Paso a paso

Rafael Leopoldo Aguilera

Cuento y cuentas

SI yo contara….Así abordamos cuando queremos maquinar, cuando pretendemos agrupar la curiosidad sobre nosotros, no sobre nuestro cuento; cuando no queremos comunicarnos. Por eso, regalamos cuentos, perspectivas y discernimientos personales, formulaciones curiosas, o muchas veces versiones aproximadas de asociaciones maquinales (alucinadas, si quieren).

El cuento más que un modo de vida es una manera de conceptuar un modo de vida. A unos les exaspera, les encoleriza, a otros les impresionan su esplendidez. Pero los que escriben cuentos, ya no viven del cuento. Su cuento es algo perceptible, notorio, fehaciente, amontonamiento logrado de esa fantasía en suspensión en las personas y situaciones.

También el cuento tiene su femenino, la cuenta. La cuenta es más concreta, más aceleradora de la vida. La cuenta de los cuentistas guarda la línea con extrema habilidad. En la educación académica se debería de comenzar por enseñar a inventar cuentos y sólo después, cuando se adiestran en expresividad y comunicación, proporcionarles la técnica expresiva de los números, esclavitud matemática.

Todo vale en la versión sonora asiática de la palabra "ku-en-to", en el llamado género literario menor, quizás es menor porque las exigencias de creatividad las mínimas para entretener. Pero qué es más grande: el cosmos del telescopio o el cosmos del microscopio. Es como las gotas de agua, que es imposible poder fraccionarlas sin seguir dando nuevas gotas de agua. Yo cuento… A veces decimos en la tertulia, en la intimidad, entre los amigos, en la oficina, en el mundo literario. Es una necesidad de ser tenido en cuenta, de ser apreciado, más que un número, como un valor. Necesitamos que se cuente con nosotros, no vernos desleídos, impersonalizados, sino caracterizados, dibujados con los propios perfiles, aunque sea una caricatura. En fin, cuento y cuentas se cobijan, a veces, en los libros, en los libros de cuentos y en los libros de cuentas. Nadie sabe sí son registros de vida o negación de esa misma vida. Los libros de cuentos son imaginación, los libros de cuentas ponen los límites entre lo posible y lo imposible. Desventurado quien no se cobija en la ilusión. Y desdichado el que no reconoce nunca la realidad. ¿Les cuento un cuento? - Había una vez, hace muchos años, un singular personaje, que vivía en el Hoyo de los Coheteros, que iba dando pisotones asustando a las gentes del vecindario.

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