La tribuna

José Miguel García Torres

Control de la calidad educativa (II)

C ONTINUAMOS exponiendo la diversidad de situaciones que difícilmente hubieran tenido lugar si en todos los niveles educativos existiera un control  de calidad fiable y eficaz. El proceso selectivo para ingresar en el Cuerpo Nacional Policía incorpora una prueba de ortografía, examen que brilla por su ausencia en todo el recorrido educativo. ¿Por qué no se establecen pruebas de dificultad progresiva en Primaria, Secundaria y Bachillerato? ¿Cómo es posible que se permita el acceso al nivel universitario sin haber superado jamás una prueba específica de ortografía? ¿Hasta cuándo tolerarán los rectores la presencia de disortografías en los campus? La permeabilidad de la Selectividad posibilita la existencia de estudiantes universitarios cuya calidad académica parece disonante con el lema de la UAL: "In lumine sapientia" (En la luz está la sabiduría). Algunos ejercicios de tales alumnos, a juzgar por la deficitaria calidad diagramática y los errores ortográficos y de expresión, son absolutamente impropios de este nivel. Si los duendes informáticos son favorables, al menos durante unos días, los lectores interesados podrán visualizar lo antedicho en Internet (biologiasur.org/1). Hay profesores de 1º y 2º de ESO que deben bregar con ciertos alumnos que, entre otras deficiencias, "pasan" de poner acentos, hasta el punto de escribir sin tilde, en el encabezamiento de los exámenes, sus propios nombres o apellidos: Jose, Maria, Diaz, Garcia, Marin, Lopez, Sanchez, Ubeda, etc. Algunos de tales docentes suelen dedicar parte de la hora de clase o de tutoría a practicar ejercicios de caligrafía y de ortografía, lo cual parece Un sistema educativo sin un control  de calidad fiable y eficaz está abocado al fracaso continuado. Se propone un modo de control  estructurado a todos los niveles más bien propio de Primaria que de Secundaria. Si algún lector desea poner a prueba su paciencia y su habilidad correctora, puede acceder a un texto escrito al dictado por un alumno de 2º de ESO (Internet: biologiasur.org/2). Años atrás, los alumnos que estudiaban 8º de EGB en diferentes colegios corrieron distinta suerte, alcanzando la titulación de graduado escolar antes o después del verano. Mientras que en unos centros se podía aprobar en junio la asignatura de matemáticas, pese a desconocer las ecuaciones de segundo grado, en otros, que exigían todo el programa, quedaron alumnos con las "mates" para septiembre. Nadie controló que los programas se hubieran impartido en su totalidad. Por otra parte, en un centro de educación de de sus problemas económicos. La grey de los estamentales, de la cúpula del poder, necesita ayuda ­ eso dicen; y piden la amnistía que el Dios de las listas podría concederles. También necesitan juzgados para gestionar casos paralizados por culpa de la amplitud de sus folios. Igualmente, la aristocracia económica y política, solicita ser bendecida por la bondad del Dios de los legalistas, el mismo que trabajaba en equipo con Maquiavelo y no trazaba la frontera fija entre el fin y los medios. Todo vale -parece ­ y mucho me temo que va a seguir valiendo. Siguiendo las palabras de Nicolás Maquiavelo, cuando educaba a príncipe, repetiré: «hay personas nacidas para estar por encima de lo establecido» ¿Pero donde quedan los otros? ¿Dónde adultos hubo satisfacción general porque una persona de cierta edad, que ingresó siendo analfabeta, acabó sabiendo leer, escribir y resolviendo operaciones aritméticas muy elementales, nada de fracciones, raíces ni ecuaciones. Pero, en lugar de recibir una plaquita conmemorativa, fue obsequiada con la graduación. Hace algún tiempo, un alumno de 3º de ESO, recién llegado a un IES andaluz, provocó el "mosqueo" de varios profesores porque solía escribir mal palabras elementales, sobre todo tiempos verbales. Sin embargo, tenía aprobada la asignatura de Lengua en los dos cursos anteriores. Se contactó con el centro de procedencia, un IES catalán, por si se había producido algún error en las calificaciones, pero las notas eran reales, no estaban falseadas. Uno de los docentes, nacido en el sur peninsular, se sinceró y admitió que, aunque la ortografía fuera muy deficiente, la tendencia general era aprobar a todos. Al no haber suspensos, las asociaciones de padres no se movilizarían para exigir más horas de español ("lengua castellana"). El objetivo era no entorpecer la inmersión lingüística programada. Ante cualquier crítica profesional, dicho docente manifestaba: "Por aquí os quisiera ver yo". La legislación tolera que los alumnos de 4º de ESO con dos asignaturas suspensas en la evaluación final, siempre que no sean lengua y matemáticas, accedan al bachillerato. Por consiguiente, no debe extrañar la presencia de alumnos que cometen faltas de ortografía impropias de este nivel (`eceto', `emiferio', `hai', `vajas', etc.). También hay alumnos con enormes deficiencias en inglés y matemáticas. ¿Es admisible que algunos recién llegados al bachillerato sean incapaces de resolver ecuaciones de primer grado o de conjugar el verbo "to be"? En conclusión: cualquier sistema educativo sin un control  de calidad fiable y eficaz está abocado al fracaso continuado. Se propone un modelo de control  estructurado a nivel provincial, regional y nacional, que integre a los profesionales cuyos alumnos han obtenido las mejores notas en la Selectividad y que esté coordinado por la Alta inspección de Educación del Estado. 

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