DE la trayectoria de Gonzalo Arconada al frente de la UDA, con un inicio fulgurante hasta su posterior destitución (juego de cama incluido por parte del vestuario) este periódico ya lo dijo casi todo en su momento. Y digo casi porque uno nunca sabe cuándo ni dónde va a toparse con el principal protagonista de la historia siete años después. El casual encuentro se produjo hace unos días en un restaurante de Baeza, donde quien rubrica andaba contemplando la belleza del renacimiento andaluz y el vasco paraba porque en la actualidad dirige al Real Jaén en el grupo IV de Segunda B. Nótese que desde su cese como técnico rojiblanco jamás volvió a entrenar en Primera. En la taberna El Pájaro (la cual recomiendo sea o no un sibarita) nos topamos y nos reconocimos. Fue una charla rápida e improvisada en la que salió a colación la similitud entre el despido de Sergi con el suyo propio y entonces me recordó que fue consciente tarde de lo que mandaban en la caseta jugadores como Juanito ("era tremendo", recalcó), Carlos García o Soriano, de los cuales hoy en día solo queda el maño. Del central catalán insinuó que no había digerido su suplencia en favor de Chico y que el tiempo y la trayectoria posterior de ambos le habían dado la razón. No profundizó mucho más en la cuestión porque agua pasada ya se sabe que no mueve molinos, pero con la experiencia de los años vio claramente cómo había sido víctima de un particular juego de tronos mucho antes de que la serie de moda que se rueda estos días en la provincia estuviera siquiera en un esbozo. El 28 de diciembre de 2008, en el cruce de Overa, de regreso a San Sebastián, ya me lo dejó claro: "El vestuario me transmitió que estaba conmigo, pero una parte minoritaria tenía otro tipo de intereses. Mi gran error fue haber intentado la continuidad de ese sector en lugar de cortar por lo sano". Rivera o quien venga debería tomar buena nota...