ud almería | sd huesca el acta de vivancos

Ramón Gómez Vivancos-García / ramón Gómez Vivancos-García

Ni chicha ni limonada

La plantilla parece haber sido diseñada por la muñequita Barbie Hay aspectos que dieron la puntilla como un nuevo tanto de falta del Koeman de turno o el festival de despropósitos de Chuli

HAY días que te lo ponen fácil. Para el desarrollo de esta nueva acta basta con centrarse en la causa principal de los males de la UDA plasmados en un minuto, la raíz del problema concentrada en segundos. Emplazo a mis estimados lectores a que visionen dichos segundos y comprueben el infierno y el cielo, la tempestad y la calma, la angustia y la quietud. Si el esférico pertenecía a los rojiblancos, el choque se transformaba en la tormenta perfecta; si eran los oscenses los portadores de la posesión, la quietud se apoderaba del ambiente. El Yin y el Yang futbolístico. El Huesca, muy ordenado como tantos otros adversarios, encimaba con un tesón rayano en la coacción deportiva. Cumplido su objetivo, la posesión visitante nos trasportaba a un partido plácido, de pretemporada, debido a la inacción defensiva de una plantilla que navega entre dos aguas, sin la calidad suficiente de un primera, ni la robustez necesaria que todo segunda debe atesorar. Lo dicho, visionen el minuto previo al segundo tanto oscense y verán que, pese a la momentánea derrota, los rojiblancos hicieron soñar a los de Anquela con ser el mismísimo Barça en el Bernabéu, y no solo por su equipación blaugrana. Partiendo de esa base, se intenta improvisar en plena función teatral. Lo de Jonathan no tiene justificación alguna, ni siquiera la que Carrillo le quiso dar tras la contienda. Míster, ni tuvo llegada, ni distribuyó desde la parcela central, ni recuperó balón alguno el buen extremo, mediapunta o ariete burkinés. Nunca centrocampista, ni siquiera llegador. Lo mejor hubiese sido admitir el error y aquí paz y después gloria. Doble equivocación, diría yo, porque una vez que no funciona ahí, lo más lógico hubiese sido apostar por Jonathan de extremo derecha, donde realmente hace pupa a los contrarios, y no enviarlo a la caseta, máxime como estaba la situación. Lo de Pozo también tiene una explicación, como diría Pepe Isbert, pero en esta ocasión sí la voy a dar: el extraordinario centrocampista malagueño no puede desarrollar su magia si a su lado no juegan al menos dos recuperadores. El estar rodeado de Montoro o Jonathan hace que las hienas que cada rival coloca en el centro del campo, campen a sus anchas al no tener respuesta alguna por parte de una plantilla que parece haber sido diseñada por la muñequita Barbie. Además, si lo poco de lo que se dispone se reserva para mejor ocasión (Fatau), un conjunto como el Huesca (espero que no se molesten sus aficionados) es capaz de ganar en el Mediterráneo con holgura, si exceptuamos los últimos instantes. Cierto es que hay otros aspectos que dieron la puntilla, como el tercer tanto consecutivo encajado tras una brillante ejecución del Koeman de turno que nos toca en suerte. Eso sí que es mala fortuna. Tampoco acompañó el festival de despropósitos de Chuli al comienzo del choque. Si encima le echamos sal a la herida con errores en momentos clave, el enfermo puede acabar en la UCI, que es donde está por méritos de quienes apostaron por un esponjoso estilo para la Segunda más ruda de la historia.

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