Paso a paso

Rafael Leopoldo Aguilera

Día de Almería

ESTE sábado navideño, día 26 de diciembre, festividad litúrgica del Protomártir San Esteban, Patrón del Cuerpo de la Policía Local de la capital, la milenaria y heroica Almería se vestirá de solemnidad barroca para celebrar con sentido cívico-religioso el Día de la Reconquista, Día de Almería, conocido tradicionalmente como Día del Pendón.

De antaño era un día festivo, recuperable o no laborablemente, pero ahora, salvo que el día del testamentario san Juan Bautista coincida en domingo, el señero e invernal Día del Pendón es jornada ordinaria de trabajo, lo que ha supuesto de forma directa, que el número de personas que acudían habitualmente y otras que se iban incorporando, unido a otros elementos institucionales, que han aminorado este simbólico acto de nuestra idiosincrasia, han dado lugar a reducir y tergiversar el verdadero y auténtico sentir ecuménico de tan laudable día para toda Urcitania.

Es un día de alegría, en la que nos congregamos cristianos hijos de esta ciudad ilustre, a refrescar el recuerdo de la liberación de su patria chica. Aquí, donde a la sombra de los muros renacentistas de la Iglesia diocesana de San Indalecio, se cobijará la enseña bendita, testigo glorioso y secular de las proezas de nuestros antepasados, de la bravura indómita de cervantinos caballeros, que recogió en sus columnas góticas el calor de la sangre de los héroes mártires de nuestra segunda Reconquista con la Casa de Trastámara, y viene a ofrendarlas ante el catedralicio altar y posterior tremolación capitular en la Casa Consistorial, como ella magnificó por donde corre a raudales la sangre redentora del Señor de la Vida y la Esperanza, que obrara la liberación de todo el género humano, para estrecharse en el dulce y eterno abrazo misericordioso en que han de vivir siempre unidas la religión y la patria, la cruz redentora. Lo presente es producto de lo pasado, y engendra a su vez el porvenir. Seamos rigurosos con la ley de la historia, que todos los hechos realizados bajo el plan de la divina providencia, que dieron lugar a quebrar las cadenas que oprimían el cuello de la cautiva hija de Sion. La gloria o la decadencia de cada edad, es fruto de las generaciones anteriores y el acierto o el fracaso de las actividades del ser humano depende en gran manera de la sabiduría o del error a cuyas normas se ajustó la conducta del amor y el perdón.

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