Paso a paso

Rafael Leopoldo Aguilera

El laicismo no puede borrar la historia

El más radical de los laicismos se desata sobre algunas de las cosas que más importan a los sentimientos. Ahora le toca a los mártires: han destruido la placa en memoria de ocho mártires carmelitas fusilados en Madrid en 1936. Ocho personas que fueron asesinadas por la única razón de vivir una vida religiosa. No eran políticos, mucho menos militares, quienes también merecen nuestro respeto y consideración, todos y todas sin excepción, tal y como, manifestó el ínclito Indalecio Prieto en su exilio en México, o el bondadoso Julián Besteiro.

Fueron asesinados por las hordas violentas por ser cristianos. Hoy los fusilan de nuevo con una ley, al borrar su recuerdo. A nivel municipal, con rectificación provocativa, se acaba de volver esta semana a aniquilar a los ocho carmelitas asesinados en 1936 por los antepasados políticos, herederos directos del totalitarismo laicista de aquellos.

En la operación de aniquilación del pasado republicano que no les gusta, los laicistas beligerantes, que ocupan determinados poderes públicos han empezado a destruir lo que denominan "memoria histórica", y la primera medida consiste en lanzarse otra vez contra los ocho mártires de la persecución religiosa, los ocho carmelitas que fueron fusilados durante la II República simplemente por ser cristianos como en Siria y en Irak.

Estos mártires están enterrados en el cementerio de Carabanchel Bajo y una lápida recordaba hasta ahora los hechos. Esos hechos que, destruyéndola, quieren borrar. El laicismo no puede borrar la historia como le plazca.

La "memoria histórica" inventada y aplicada ahora por sus sucesores no pretende, como presumen, borrar el pasado franquista sino ocultar los crímenes de sus antepasados políticos, los antepasados políticos de personajes con carencia de un sentido humanístico basado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en los principios de la Ilustración.

Por este motivo, la primera acción de la actual campaña de destrucción del pasado (eso que han disfrazado de "memoria histórica") ha consistido en destruir una placa que habla de persecución y martirio. A ver en cómo acaba esto. No podemos hacer lo que ha hecho el anterior Gobierno pluri-nacional, ahora en funciones, no reaccionar con firmeza ante esta oleada de odio laicista, bueno, tampoco ante la corrupción, el separatismo, ni las puertas giratorias.

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