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Ramón Gómez Vivancos-García / ramón Gómez Vivancos-García

Al ritmo que marcan las carencias

Con defensa de tres, cuatro o cinco, el conjunto confeccionado para la presente campaña adolece de jugadores que trasformen en peligro lo que en principio es un simple dominio

YA se verá si la historia concluye con final feliz, pero el sufrimiento padecido hasta el momento quedará en los anales de la historia rojiblanca. Queda tramo por recorrer, aunque me da que la gasolina, y no me refiero al aspecto físico, es limitada. Con el trascurso de las jornadas un paso en falso puede costar la vida deportiva, ya que los marcadores difícilmente ofrecerán una victoria siquiera por dos tantos de diferencia. Cualquier equipo que exponga sus vergüenzas puede quedar sentenciado. Las de la UDA sobresalen cada día con mayor claridad y los partidos llegan a parecerse uno al otro. Con defensa de tres, cuatro o cinco, el conjunto confeccionado para la presente campaña adolece de jugadores que trasformen en peligro lo que en principio es un simple dominio. Por esa razón, la defensa de cinco es lo que hasta ahora está dando más puntos y sostiene a la UDA en el límite de la esperanza. Un tanto en contra en los tres últimos choques, dos de ellos de foráneos, no es un mal balance a la hora de sentar las bases. El doble problema que se suscita es la referida falta de magia en las inmediaciones del área y el paso de las jornadas, porque a este ritmo se puede marchar desde un hipotético comienzo de temporada, pero no tanto desde el agónico punto del que se partió en descenso. Cortada la sangría goleadora en contra, la primera dificultad la encontramos en esos famosos metros finales a los que últimamente se refiere Gorosito. La escasez de oportunidades que se generan, para si acaso poder criticar la falta de puntería de los arietes, es cuando menos alarmante. El único jugador capaz de cambiar la naturaleza de una aproximación es, a día de hoy, Pozo. De hecho, volvió a ponerlo de manifiesto en los últimos minutos del partido. Creo que no se debería prescindir de este jugador, de principio, nunca más. Es, junto a la necesaria incorporación de los laterales en el actual sistema de cinco defensas, la única luz que podría dar vida al encefalograma plano en el que se ha convertido el ataque del Almería. En cuanto al paso de las jornadas, poco más se puede hacer por una sencilla razón: el conocimiento de nuestro propio defecto. Si en Tenerife el equipo se hubiese lanzado a tumba abierta a por la victoria , aun con un jugador más, la poca inventiva de los metros finales no tendría por qué haber cambiado de la noche a la mañana, mientras que la sufrida exposición en defensa que antaño destrozó los esquemas, hubiese resultado fatal. Con esta reflexión no pretendo dar por válido el empate, a todas luces insuficiente, si además contamos con los marcadores de los rivales, pero sí habría que tener la cabeza fría y pensar hasta dónde se puede forzar el motor de este conjunto, sin llegar a destrozarlo, para llegar con vida a la meta. En estos momentos solo falta superar a un contrario para abrazar la permanencia, que está a tiro de piedra. Si los adversarios son capaces de distanciarse, que lo hagan por meritos propios, pero no porque el propio Almería intente algo que no ha sabido ni sabrá hacer en lo que resta de temporada.

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