Paso a paso

Rafael Leopoldo Aguilera

Hacer el bien por el bien: 26 de junio

NACIDA en la época del Despotismo Ilustrado que afirmaba con orgullo el lema de "Todo para el pueblo, pero sin el pueblo"; y también el conciliar Papa Pablo VI desde la Cátedra de San Pedro levantó un velo de silencio y censura cuando dijo aquello de que "el humo de Satanás ha entrado en la iglesia", pero no tuvo consecuencias prácticas. Hacer el bien por el bien, sin esperar nada de ultratumba. Tras años de intensa macroeconomía con amnistía fiscal y brotes verdes; en lo que poco o nada se ha hecho por evitar el intento de controlar la educación mediante un plan de adoctrinamiento ideológico que comienza en las escuelas. El intento de regular la vida sexual dando carta de naturaleza a otras formas de familia distinta a las recogidas en el derecho comparado. La ampliación de los supuestos de aborto separándolos de cualquier juicio moral que pudiera proceder de alguna confesión religiosa. La legalización de la eutanasia. La deslegitimación de cualquier adversario político, la Ley de Memoria Histórica y el control de los medios de comunicación. Lo de la sedición de una parte de Cataluña, es ya cosa judicial en el programa de cambio social para Europa. Una España sociológicamente católica, ahí está su religiosidad popular, especialmente en Semana Santa y actualmente en las Cruces de Mayo, ha pasado con relativa facilidad de la Madre iglesia al Padre Estado controlado por un sector político de la sociedad, en la que una élite investida de una legitimidad sui generis, está decidiendo por el conjunto de la colectividad, por supuesto, por su bien.

El veraniego domingo día 26 de junio, festividad de devocional San Josemaría Escrivá de Balaguer, estamos llamados por Real Decreto ley a las transparentes urnas, y se puede sentir un mariposeo estomacal el pensar que determinadas ideologías totalitarias y que nunca terminaron de desandar sus pasos previos ocupen los escaños del hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo. Los que amamos la libertad, los que pensamos que ningún poder humano tiene derecho a regular la vida de los ciudadanos desde el nacimiento hasta la tumba, para lo que creemos que la soberanía debe residir en la nación española, para los que creemos que es mejor equivocarse libremente que en ser conducidos hacia supuestas felicidades coreanas, lo que pueda suceder resulta, al menos, al día de la fecha, con cierto motivo de preocupación y desasosiego.

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