La Escuadra de Mago

Nico García

Rey abandonado

EL primer recuerdo que tengo de un partido de fútbol es de un Almería CF-Extremadura, con tres años. Era febrero de 1996 y los rojiblancos buscaban sumar para afianzarse en mitad de la tabla en su primer curso en la LFP, mientras que el Extremadura, segundo, quería recortarle tres puntos al Hércules, líder, que había pinchado inopinadamente el día anterior. Empate a uno al final. El majestuoso Juan Rojas albergó once encuentros de Liga y dos de Copa (uno ante el Atlético) antes esa temporada pero bajar las escalerillas del campo tras finalizar el choque es el primer recuerdo que tengo, no sólo de fútbol, sino de mi existencia. Por cierto, el Extremadura quedó quinto, pasando Almendralejo a la historia del fútbol español por saborear la Primera. Y los del pantalón blanco acabaron salvándose en el Bernabéu. El Juan Rojas, el antiguo campo de Los Ángeles, las pistas del Virgen del Pilar y el patio de la comunidad de vecinos formaron mi concepción del fútbol. Por eso fue especial volver el pasado sábado al feudo de Torrecárdenas para el bolo entre la UDA B y el Oriente, mi equipo. Ahí 20.000 almerienses vieron el 3-0 al Castellón un 10 de junio de 1979. Ahí ningún equipo de Primera consiguió ganar en la 79-80. Ahí Quini reapareció tras su secuestro. Ahí vi a Puyol, Sergi, Xavi, Figo, Rivaldo o Van Gaal en ese famoso 0-0 ante el Poli. Ahí Francisco o Luna me llenaban de felicidad cada dos domingos. Y ahí seguía en pie el pasado sábado. Silencioso. Abandonado. Ruinoso. Con esa aluminosis que ha destruido parte del graderío del fondo norte, con matorrales en preferencia, con charcos de agua en los banquillos y con un lamentable césped. ¿Culpable? Claro que lo hay. Se llama Ayuntamiento de Almería. Pero es más fácil subirse a un autocar tras un ascenso o ir al palco a saludar al Florentino de turno.

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