Graderío

RAMÓN GÓMEZ- Vivancos

Del cielo al infierno

HACÍA tiempo que no disputaba la UDA una primera mitad, como visitante, rayana en la perfección. Casi todo funcionó, la presión, la anticipación, la rapidez y el dominio. ¿Qué faltó para cobrar ventaja al descanso? Quizá algo de picardía ofensiva y acierto final. Un pésimo bulto sospechoso de amarillo, que dejó de señalizar un claro penalti cometido sobre Fidel, ayudó a equilibrar la balanza. No se aprovechó el momento, y bien que se pagó. Abrió la caja de Pandora de los despropósitos Trujillo, que ni siquiera intentó evitar el primer tanto en contra, la autoexpulsión de Diamanka provocó el nuevo esquema ordenado por Soriano, que más bien parecía una respuesta con un objetivo claro, el de defender una supuesta ventaja en el luminoso. Prescindir a la vez de Zongo y Fidel, dejando huérfanas las bandas de un conjunto que debía buscar el empate, resulta cuando menos chocante. Para rematar la faena, Corona no tuvo una buena rentrée, Iago se olvidó de defender y Quique se mantiene en el nivel de Chuli, o sea, más bien escasito. Solo Puertas levantó al final a un muerto que parecía muy vivo al comienzo. En la sentencia de los locales, como en el primer tanto, hubo un desesperante protagonista, Trujillo. Parece evidente que para encarar al portero cualquier delantero debe, en buena lógica, superar a todos los defensores. Pues bien, Trujillo hizo añicos esa obviedad, y en los dos goles en contra tan solo reculó ante el adversario de turno. Ahorrarle al atacante el último regate es lo que permitió el central por partida doble. A ver si alguien le dice al zaguero lo que hay que hacer, algo tan sencillo como intuir el engaño del contrario y provocarle el fallo, como última intentona. Si solo se recula, incluso se puede llegar a molestar visualmente al propio guardameta. Me quedo con la primera mitad, no quiero revivir recientes pesadillas.

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