Graderío

Ramón Gómez Vivancos-García

El Almería es una caja de sorpresas

EL fútbol es la antítesis de las matemáticas. Equipos que tienen ganado un partido lo pierden al final. Se ganan encuentros sin merecerlo, y se pierden otros injustamente. La verdad es que al Almería le está ocurriendo de todo desde la llegada de Hugo. Todo empezó con la injusta victoria ante el Betis, y concluye, por ahora, con lo que vivimos ayer, uno de esos partidos que no se olvidan fácilmente, al conseguir el tanto de la victoria con dos jugadores menos sobre el campo. Siendo objetivos, el Valladolid obtuvo un excesivo botín en los primeros minutos. Los dos conjuntos crearon las mismas oportunidades, pero con desenlaces totalmente opuestos. A partir de ahí, como es lógico, las virtudes se agigantan y los defectos se engrandecen. Sin embargo, el fútbol es así de caprichoso y todo cambió en la segunda mitad. No obstante, habría que mantener la cabeza fría en estos instantes de euforia, ya que, no nos engañemos, el Almería no remontó el partido a base de un fútbol brillante como hizo el Málaga hace una semana, sino que más bien se aprovechó de los fallos garrafales del rival. Esto, en absoluto, le resta mérito alguno a los rojiblancos, pero este Almería todavía necesita mucho trabajo para lograr que los partidos discurran por unos cauces más habituales. Sobre los precios, señalar que numerosos abonados comprendimos la excepcional medida que se tomó, pero pienso que se cometería una injusticia si de nuevo se llevara a cabo. En cualquier caso, ayer se demostró que, como dijo Aristóteles, en el término medio está la virtud, porque posiblemente con unos abonos un poco más baratos, habría habido muchos más abonados y se hubiera recaudado más dinero.

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