Graderío

Ramón Gómez-Vivancos García

La nula definición mató al Almería

DURANTE la excelente primera parte que disputó el Almería en el Santiago Bernabéu, recordé en más de una ocasión el encuentro frente al Barcelona. Partiendo de la base de que cada partido es una historia diferente, tan sorprendente fue el temeroso planteamiento y la nula presión de los rojiblancos ante su propia afición, como la ambición, presión y el dominio mostrado en la primera mitad frente a todo un Real Madrid en su propio estadio. El Almería esta vez sí que lo intentó, y como mínimo mereció un empate al término de los primeros 45 minutos. Ahí precisamente es donde estuvo la clave del encuentro porque, en la primera parte por convicción y en la segunda por obligación, siempre hubo que llevar la iniciativa en todo un Santiago Bernabéu. Ello supuso que luego se acusara el esfuerzo extra y hubiera que conceder más espacios a un Real Madrid que encima no los necesitó, ya que le fue suficiente su extraordinaria pegada. De todas formas, pese a la abultada derrota y la nula definición, tardaré en olvidar el gran fútbol desplegado durante la primera parte en el histórico estadio madridista. Después de la victoria en el descuento de Osasuna, la clasificación se aprieta, por lo que el partido contra el Villarreal va a resultar decisivo, más que por los puntos en juego, que ya son importantes, por el aspecto psicológico y la presión con la que el Almería afrontará los próximos partidos frente a sus rivales directos. Para ese trascendental encuentro no se podrá contar con Bruno que ayer, con el choque sentenciado, realizó su enésima acción absurda al provocar una tarjeta en una jugada sin peligro. Al menos, el retorno de Negredo nos vendrá como agua de mayo.

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