Graderío

Ramón Gómez-Vivancos García

El guión estaba escrito

ÉRASE una vez una época en la que los equipos que no se jugaban nada eran primados por ganar. Se presenciaban partidos a cara de perro, en los que a menudo conseguían una victoria o un empate decisivo los que ya habían logrado su objetivo. Me refiero, por ejemplo, a los años 80 y principios de los 90, o si no que se lo pregunten al Real Madrid o al Deportivo. Sin embargo, en la actualidad prima, nunca mejor dicho, no forzar la máquina y quedar bien ante un futuro rival, a la espera de que, en cuanto éste pueda, te devuelva el favor. Más o menos, fue lo que ocurrió ayer en Sevilla. Para empezar, la defensa rojiblanca fue un auténtico coladero, ya que cada llegada bética se tradujo en una manifiesta ocasión de gol. Esa falta de concentración colectiva se vio compensada por algunas acciones individuales que equilibraron el partido a pesar de la expulsión de Chico. Mientras, se pudo apreciar, con total claridad, el pésimo estado en el que se encuentra el Betis. Y eso que la retransmisión televisiva fue una de las peores que nunca he visto, con imágenes distantes y planos a la altura de cualquier país subdesarrollado. Por último, me gustaría referirme a las recientes declaraciones efectuadas por Hugo Sánchez. En ellas, el mexicano, con cierta dosis de egoísmo, reclamaba sustitutos de garantía en los puestos que dejarán vacantes importantes jugadores, con la amenaza de abandonar el club, ya que se podría manchar su prestigio si se le cesara a causa de contar con una plantilla inferior. Parece que Hugo Sánchez no se ha enterado de que está en un equipo vendedor, como lo son más de la mitad de los clubes de primera. Si no, que se busque equipo en las alturas. Tome nota, presidente.

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