UNA pena que Andrés Iniesta se haya caído a última hora. El manchego ha realizado una campaña sencillamente magnífica y tenía la oportunidad de levantar su cuarta copa. Cuatro trofeos en un año, que se dice pronto. Sin embargo, forzó en la final de la Copa de Europa [¿quién no lo hubiera hecho?] y el recto anterior de su muslo derecho ha dicho basta. El deportista es así. No tiene límite. Quiere jugarlo todo, hasta que se rompe y no le queda más remedio que parar. El cuerpo no es perfecto y cuando no puede más, lo mejor es descansar. Se lo dice uno que acaba de hacerse un esguince en el tobillo por tratar de imitar a Rafa Nadal en un revés. Pues nada, que habrá que ganar la Copa Confederaciones sin Andrés Iniesta, pero con Pablo Hernández. Tengo mucha confianza en Xavi Hernández, al que considero el mejor futbolista español del momento, y creo que se va a echar a España a sus espaldas. Está claro que para ser campeones, Casillas tendrá que retomar la inspiración que le ha faltado en los últimos partidos con el Real Madrid. Y es que en la primera fase tenemos rivales difíciles, pero a la vuelta de la esquina están tanto Italia como Brasil. Moco de pavo precisamente no son. El estilo de juego de Vicente del Bosque es bien diferente al de Luis Aragonés. El Sabio de Hortaleza le transmitió, sobre todo, espíritu a la Selección. Ése fue el principal ingrediente con el que ganamos la Eurocopa y ahora tiene que volver a aflorar para llevarnos el tercer torneo internacional. Como ha dicho Andoni Zubizarreta, éste es un "torneo menor" y está claro que lo mejor que podría pasar es que no "hubiera lesionados". El Mundial está a la vuelta de la esquina y ya tenemos el billete comprado. Ahí sí que hay que llegar a tope. Sin embargo, no me vayan a decir que no les ilusiona volver a enfundarse la elástica nacional, ponerse la bufanda rojigualda, emocionarse con el Himno y, porqué no, cantar el ¡campeones, campeones!