LA continuidad de Hugo y el omnipresente mercado de fichajes están quedando en un segundo plano debido a la inminente presentación de la nueva campaña de abonos. Algunos datos filtrados están encontrando una buena acogida, aunque conviene ser precavido porque siempre que el presidente habla de precio medio hay que echarse a temblar. Y si no, hagan memoria cuando el pasado año el mandatario rojiblanco afirmaba, mediante una rocambolesca media, que en un elevado porcentaje los abonos eran más baratos que los de otros clubes. Por ello, con los números reales sobre la mesa, tiempo tendremos de analizar exhaustivamente el tipo de rebaja, dedicándole una especial atención a la sectorización que se pretende implantar. No obstante, Alfonso García va a afrontar un gran desafío provocado por el desacierto en la campaña recientemente finalizada, ya que, sin quererlo, ha habituado a miles de potenciales socios a ver los partidos del Mediterráneo en establecimientos públicos, donde por muchos menos euros de lo que les costaba cada encuentro, según el tipo de abono o, ya no digamos, la entrada suelta, han presenciado cómodamente las evoluciones del Almería. Muchos de ellos se han jactado de ver, antes que los asistentes al campo, las jugadas repetidas. También, numerosos seguidores caseros han presumido los lunes de haber estado en su butaca favorita frente a su súper pantalla televisiva, sin tener que oír ningún comentario absurdo de otro simpatizante. Esa gran losa, originada por la nefasta gestión anterior, la va a tener que levantar el presidente, y para ello necesita presentar una atrayente e irrechazable campaña de abonos. Ojalá así sea.