Femenino plural

Anyes Segura

El recuerdo de Carmen de Burgos

AÚN cuando enfermedad le pisaba los talones, Carmen de Burgos se encontraba inmersa en su labor en la Cruzada de Mujeres y en el partido en el que militaba. Y ya no había de darle más margen de maniobra. La tarde del ocho de octubre de 1932, mientras participaba en una mesa redonda organizada por el Círculo Radical Socialista sobre educación sexual, Carmen sufrió su última crisis cardiaca. Sin embargo, el devenir político de los convulsos años de la guerra civil y, posteriormente, la larga dictadura fueron la auténtica muerte que Carmen de Burgos habría de sufrir. Sus obras encabezaron las listas negras de autores prohibidos por las autoridades del régimen franquista, borrando de las páginas de nuestra historia no sólo su producción literaria, sino los largos años de lucha a favor de la causa feminista, cayendo una losa de más de cuarenta años sobre el cementerio maldito de las vidas dedicadas a la lucha por los derechos de la mujer. El viernes día 9 de octubre tendrá lugar un acto-homenaje en el cementerio civil de Madrid, liderado por la fundación Carmen de Burgos; y no se equivoquen: ni mucho menos vamos a conmemorar su muerte. Sólo la reciente labor de investigación literaria e histórica está logrando sacar del túnel del olvido la vida y obra de esta mujer tan significativa para la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres que aún vivimos.

Su presencia en la historia, y la reedición de su obra es síntoma inequívoco de este lento pero necesario progreso en esta labor arqueológica de rescate, para quedar ocupando el lugar en la historia que le pertenece. Porque en eso consiste esta labor de rescate, sencillamente en hacerla ocupar el lugar que la historia le ha tenido reservado durante un tiempo exageradamente largo y angosto.

Experiencia es el nombre que damos a nuestras equivocaciones, decía Oscar Wilde, y no se equivocaba. Han tenido que pasar largas décadas para que en la actualidad vivamos un "revival" de la obra de nuestra autora; esta experiencia basada en la ignorancia y el olvido no debe ser repetida por aquellos que presumen de ser incluso parientes cercanos de la escritora almeriense, pero que sin embargo aún no han movido un dedo por levantar la losa del olvido que cayó sobre la almeriense aún desterrada.

Lejos de bufonadas grotescas, aún dudo que nuestro regidor municipal dedique un solo esfuerzo a instalar el tan reclamado busto de la escritora no sólo en las calles de nuestra ciudad sino en el imaginario colectivo. Ese es el auténtico rescate de Carmen de Burgos.

Lo demás no deja de ser flores sobre una tumba.

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