Graderío

Ramón Gómez-Vivancos García

Ganó el menos malo

EL camino de la salvación pasa por suplir las carencias que el equipo tiene esta temporada. Si el Almería deja de combatir con dos de sus mejores armas, el orden y la seguridad defensiva, mal futuro nos espera. En un partido lleno de despropósitos, los rojiblancos desperdiciaron una oportunidad única para puntuar en La Romareda. Y es que, como ayer se pudo comprobar, el actual Zaragoza es un conjunto pésimo que a buen seguro luchará hasta el final por evitar el descenso. Sin embargo, enfrente tuvo a un Almería inoperante, lamentable, que no supo aprovechar el desconcierto local. Hasta Hugo Sánchez reconoció la justa victoria de nuestro deplorable rival. Para rematar la faena, nos tocó en suerte un colegiado nefasto que ya sufrimos hace dos años en el Bernabéu. En los primeros segundos, el trencilla no se atrevió a mostrar una clara tarjeta a Abel Aguilar, y otra más tarde a Ponzio, que quizás hubieran servido para que posteriormente alguno de ellos hubiese dejado a su equipo con diez. ¡Menuda costumbre la de contemporizar por ser los primeros instantes! Con todo este cóctel, se pudo presenciar un espectáculo indigno de la que se dice es la mejor liga del mundo. Gracias a Diego Alves y a Crusat, el Almería llegó con vida al final. El brasileño evitó una derrota más abultada y el extremo fue el único que llevó peligro a la meta de López Vallejo, si bien no suele culminar con éxito sus espectaculares cabalgadas. Es que si lo hiciera, el catalán ya vestiría la camiseta de la selección española. El próximo domingo se juega un partido clave, más por el aspecto psicológico que por otra cosa, ya que la UD nunca ha estado en puestos de descenso.

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