Graderío

Ramón Gómez- Vivancos García / Graderio.blogspot.com

Somos más de 10.000

Me ratifico en que las actuaciones erróneas han distanciado a la afición y no el desarraigo o la desidia

EL halo de negatividad que ilumina a gran parte de la población almeriense, se está dejando notar con virulencia cuando se habla del supuesto poco arraigo que se le tiene a la UD Almería. Buena parte de los informadores no se explican la desidia de nuestra tierra. Al visualizar resúmenes y al observar fotos se pueden apreciar, con mayor nitidez que en el campo, los desérticos huecos de asientos. Esta innegable carencia de seguidores tiene una explicación más allá de la continua autocrítica que nos estigmatiza. Desechados los "almerienses" que apenas se ocupan del equipo de su tierra, al quedesean lo peor cuando compite frente a Madrid o Barcelona, nos quedan los potenciales abonados que desde los bares y sus casas siguen a los rojiblancos. ¿Por qué éstos no acuden al estadio? La respuesta es relativamente sencilla. Nuestros abonos son caros con respecto a los de otras entidades del mismo nivel. Por ejemplo, con el importe de mi abono de tribuna podría comprar dos, también de tribuna, en Getafe o en Valladolid. En Pamplona adquiriría uno de tribuna y otro de fondo. Las matemáticas no engañan. Además, bien es sabido que a nuestro estadio dejan de acudir, debido a la paupérrima visibilidad, muchos más seguidores de los que nos imaginamos. ¿Quién ingresa más? ¿Un club que tiene 10.000 socios, u otro que con 15.000 oferta los abonos sensiblemente más baratos? Entonces, ¿nuestra recaudación es, como mínimo, similar a la de otras entidades de nuestro nivel? Por eso, cuando Hugo relacionó el número de abonados con las posibilidades de su plantilla, quizá estaba confundido. Por tanto, me ratifico en que las actuaciones erróneas han distanciado a numerosos aficionados y no el desarraigo o la desidia almeriense. Donde sí se ha instalado la dejadez es en el modo de captar abonados. La tardía campaña "Autoconvéncete", serviría más bien para una terapia psicológica, y el anuncio que se visualiza en la pantalla de La Salle merece una urgente renovación, porque aparecen de rojiblanco, otrora ídolos, que ahora son encarnizados rivales.

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