Graderío

Ramón Gómez-Vivancos García

Un excesivo castigo

LA clara diferencia en el marcador y la adversa meteorología, lograron camuflar a los que pensaban abandonar al equipo de su tierra por no perderse quince o veinte minutos del enésimo choque del siglo. El infrecuente resultado final entre conjuntos de un nivel similar, tuvo una causa aparente. Y es que nos humillaron en la estrategia. Sería injusto pensar que la inclusión de David Rodríguez en el once inicial y el nuevo rol de Uche sobre el campo influyeran en la goleada recibida, porque el escandaloso resultado no se reflejó en el juego (si cabe hubo una ligera superioridad vasca) hasta que el conjunto almeriense recibió el tercer gol, justo después de que Piatti pudiera acortar distancias. Como ante el Valencia, los errores del argentino acabaron en tragedia para su equipo. Lo que sí debilitó a los rojiblancos fue la sustitución de M'bami cuando todavía existía alguna esperanza. El eterno recurso de Hugo Sánchez de cambiar a un jugador porque tiene una amarilla, denota cobardía y falta de imaginación. En el otro banquillo, Caparrós demostró ser un provocador y un payaso. Sus exagerados y burlescos gestos, incluso con cuatro goles de diferencia a su favor, mostraron lo poco caballeroso que se puede ser cuando tu equipo está goleando al contrario. La nota positiva la puso Goitom. El sueco dio una esperanzadora impresión de cara al futuro al mostrarnos su exquisita técnica y sus variados recursos. Al menos, los resultados de nuestros rivales directos, que no terminan de arrancar, paliaron la aciaga noche. Por cierto, el penalti lo podría haber lanzado quien lo provocó, Ortiz Bernal. Ya sin trascendencia, el capitán hubiera podido conseguir su primer gol en primera.

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