TODO el mundo lo pudo ver con claridad. Goitom debió haber saltado al terreno de juego, sobre todo tras el empate del Deportivo, pero Hugo Sánchez decidió prescindir de él. No hacía falta ser entrenador nacional, ni acumular experiencia como técnico o jugador para realizar ese cambio. Sin embargo, en rueda de prensa Hugo se escudó en el buen juego de su equipo para justificar la ausencia de alternativas que pudieran desestabilizar al conjunto gallego. Nadie se explicaba por qué tan sólo se realizó un cambio tan estéril como el de condenar a Nieto a la banda izquierda en detrimento de Piatti. Lo malo es que el entrenador azteca confunde la velocidad con el tocino, porque una cosa es que se juegue más o menos bien, y otra que las ocasiones que se generen rayen la inocencia, tan sólo maquillada por los extraordinarios centros de Michel. Todo esto nos lleva a un callejón sin salida: o Hugo Sánchez no quiere seguir en el Almería, o es un inepto de categoría. Precisamente, los brotes verdes que el equipo ha mostrado en las últimas semanas, hacen pensar que con otra gestión desde el banquillo se podría haber sacado más rentabilidad. Y es que en numerosas ocasiones la afición es sabia, porque no es suficiente estar todavía fuera de los puestos de descenso o incluso jugar bien, para que desde la grada, cada vez más aficionados, pidan la destitución de su entrenador. Conociendo el proceder, hace exactamente un año, de Alfonso García, es probable que el presidente espere al próximo fin de semana, aunque aun reconociendo el gasto de dinero que una decisión de ese calibre lleva implícita, a veces más vale ponerse una vez colorado que ciento amarillo.