RECUERDO aquel encuentro del pasado 1 de noviembre en La Romareda frente al Zaragoza. Como indiqué en mi artículo, ganó el menos malo. Los dos equipos estaban en la zona tranquila, pero ya desprendían un aroma muy propio de la significativa fecha. El tiempo, ese juez inexorable, ha puesto a los dos conjuntos en la cola, y a los dos entrenadores en el paro. Por lo menos, nuestro equipo está todavía fuera del descenso, con la ventaja añadida de recibir en la próxima jornada al Xerez. Hugo Sánchez ha fracasado estrepitosamente porque no ha sabido sacarle un aceptable rendimiento al plantel. Su primera apuesta por el fútbol físico y directo, ha derivado en otra sin personalidad ni estilo alguno, utilizando a centrocampistas defensivos para intentar jugar con cierto criterio. Un popurrí, que ha terminado por indigestar al técnico azteca. Además, durante los partidos, sus inoperantes decisiones han facilitado la labor de su colega. Sin ir más lejos, ayer volvió a errar porque de nada sirve contar con Goitom, si después al sueco no le llega ni un solo balón por la falta de creación del centro del campo. Luego, el final, con Juanma Ortiz de lateral izquierdo, fijó un lamentable cuadro que ni el mayor enemigo de Hugo hubiera diseñado. En sus últimas bocanadas como entrenador rojiblanco, el mexicano respondió a una pregunta de nuestro jefe de deportes, Gregorio Navarro, señalando que el bajón se corresponde con los que el Almería suele sufrir por estas fechas. O sea, que a pesar de contar con nuevos jugadores y cuerpo técnico cada temporada, el azteca se escudó en esa nimiedad. Además de mal entrenador, ¡qué manera de echarle cara al asunto!