Graderío

Ramón Gómez-Vivancos García

Nos faltaron diez minutos para ganar

LOS últimos quince minutos con el Almería dominando el partido ante todo un Villarreal, que llevaba una magnífica racha en casa, han valido realmente la pena. El hecho de que los castellonenses hayan jugado durante ese tramo con diez, no minimiza la ambición de los rojiblancos que fueron los que al final querían la victoria, pese a que el encuentro se jugaba en El Madrigal. Quizás, cualquier otro conjunto modesto como el nuestro habría intentado perder tiempo ante la necesidad de asegurar algún punto, pero lo cierto es que anoche los almerienses pudimos sentirnos orgullosos de nuestro equipo. Sin embargo, toda esta sensación se fraguó conforme Juanma Lillo fue moldeando el once inicial, tal y como hizo el pasado domingo frente al Xerez, a pesar de que eché en falta la presencia de Crusat en los últimos instantes. De cualquier forma, tanto la entrada de Nieto, como sobre todo la de Goitom, dieron más coherencia y más profundidad al juego de nuestro conjunto. Y es que en la primera mitad se volvió a echar de menos un referente en ataque que pudiera complementar el buen trabajo que se realizó en el centro del campo y en defensa, empañado tan sólo por un nuevo error aéreo de Acasiete, que como en el Santiago Bernabéu, permitió rematar de cabeza al contrario sin oposición alguna. Lo malo es que ambas jugadas acabaron en gol. Como dijo Lillo en la previa del partido, el Almería intentaría provocar al contrario y no esperar a lo que sucediera, pero la historia de hace siete días se repitió en parte, y se volvió a demostrar que este equipo antaño necesitaba a Negredo y ahora a su nuevo referente, el sueco Henok Goitom.

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