Graderío

Ramón Gómez-Vivancos García

Demasiadas trabas ante un flojo rival

DESPUÉS de lo visto ayer, por un lado podemos estar preocupados y por otro relativamente tranquilos. El descenso sigue acechando, pero el Tenerife demostró ser un conjunto vulnerable, con un más que aceptable toque de balón, pero con una hechura de equipo de segunda muy evidente. A pesar de ir perdiendo, daba la sensación de que en cualquier momento de inspiración se le podía dar la vuelta al marcador. Y de hecho a punto estuvo de cumplirse nuestro deseo si no es por el nefasto arbitraje de Velasco Carballo, por la estupidez que cometió Piatti y por la inacción de Lillo justo cuando un cansado Almería por el esfuerzo anterior jugaba en inferioridad. Con los tres cambios por hacer, se hacía necesario equilibrar con celeridad el encuentro en el aspecto físico, para poder afrontar el tramo final con más posibilidades. Como remate final, el tolosarra esperó a los cuatro últimos minutos para realizar dos sustituciones absurdas como si fuéramos ganando. ¿O es que quería asegurar el empate? Lillo comentó que apuró por la posibilidad de quedarse con nueve. Míster, permítame modestamente decirle que a veces hay que correr riesgos si el equipo necesita una medicina. De todas formas, con Lillo el equipo va en línea ascendente y hasta fue un partido divertido, pero yo sólo voy al fútbol a ver ganar al Almería como sea. Con respecto al Día del Abonado, el que en ocasiones tiene que esperar en cola, el que si quiere sentarse junto a su acompañante lo debe hacer lejos de su caro asiento y el que se pensará renovar si se repite la medida, por favor, ¡que dé la cara quien haya bautizado estas jornadas así, porque serán otra cosa, pero nunca Día del Abonado!

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