Graderío

Ramón Gómez-Vivancos García

Se veía venir

EL Almería está fuerte, muy fuerte. El pasado sábado predije, con Paco Gregorio de testigo, que íbamos a ganar el encuentro porque al equipo se le veía cada vez más sólido. Estaba convencido de que al buen juego mostrado, se le uniría por fin el marcador. Sin querer pecar de inmodestia, lo cierto es que en la actualidad el Almería es superior al conjunto de Preciado, y ayer se demostró. Aunque nunca se sabrá lo que hubiera podido acontecer sin la expulsión de Chico, la prueba fue más dura de lo previsto, y si pudimos batir al Sporting jugando casi todo el partido con diez, posiblemente se hubiese vencido cómodamente en igualdad numérica. No obstante, hay que reconocer que la clave pudo estar en el rápido empate logrado por el mejor del encuentro, Albert Crusat. El presidente debería poner toda la carne en el asador para renovar al extremo catalán. Por sus características, es uno de esos jugadores que escasean en el fútbol actual. Él solo provocó la mayoría de las tarjetas amarillas del rival. Otro dato importante fue la consecución del gol average, objetivo impensable tras la expulsión de Chico.

Muy lejos queda aquel encuentro de la primera vuelta donde los de Hugo Sánchez jugaron más al rugby que al fútbol. No hay duda de que el trabajo de Lillo está dando sus frutos, sin que por ello debamos olvidar el empeño del técnico almeriense por tratar de sacar el balón jugado desde la defensa, que tanto riesgo conlleva, sobre todo porque el Almería sigue siendo un equipo modesto. Esos lujos tan sólo se lo pueden permitir los grandes y algún mediano. A la feliz incorporación de Guilherme, se unen las próximas de Vargas y Uche. Esto promete.

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