Graderío

Ramón Gómez Vivancos-García

La suerte también juega

TANTO hablar del supuesto cansancio del Getafe tras el partido de Copa, y al final los madrileños mostraron su mejor cara en la segunda mitad. Ese falso mito ya lo desenmascaró con acierto Lillo la semana pasada, cuando comentó que jugar miércoles y domingos era un buen entrenamiento. Durante la primera mitad, el Almería tuvo el mérito de volver a imponer su estilo ante un equipo plagado de excelentes jugadores. Los azulinos, más que fatigados, estaban siendo superados por los rojiblancos, merced a un gran trabajo en el centro del campo. Precisamente, después del gol de Piatti, pareció que los de Lillo habían jugado no el miércoles, sino el día anterior.

Se perdió el control, que pasó a manos del Getafe, que pudo golear si no es por Diego Alves. En ese instante modestamente pienso que Lillo, artífice de la recuperación de este equipo, confunde la línea que con urgencia demandaba recambios, que no era otra que la del centro del campo. El tolosarra retiró a Crusat y a Goitom para buscar el empate. Palabras mayores. De paso, me privó de ver actuar juntos a una pareja en la que tengo mucha fe: Uche y Goitom. Al final, el Almería acabó con una línea atacante poco creíble, sin llegar a controlar el juego. Pero hete aquí que tras un horrible control de Guilherme que podría haber significado el empate, éste llega en el córner posterior con toda la suerte del mundo. Por cierto presidente, ayer estuvo usted en un estadio donde el abono más caro cuesta 500 euros. Lo digo porque algunos de los que no acuden al Mediterráneo efectivamente no quieren, pero a otros muchos no les compensa la relación precio/visibilidad o sencillamente quieren y no pueden. Y son miles.

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