Graderío

Ramón Gómez-Vivancos García

La madurez de Lillo

EL Almería ya sabe a lo que juega. Si bien en sus primeros encuentros Lillo nos asustó con ciertas decisiones sorprendentes, ahora el tolosarra está consiguiendo que los rojiblancos actúen como una máquina engrasada, en la que todas las piezas conocen de memoria su función. Incluso me atrevería a decir que al técnico vasco le ha llegado su madurez en nuestra tierra, y como en su momento logró Emery, jugadores y entrenador crecen juntos. La victoria frente al Atlético de Madrid no se debería achacar a las manidas afirmaciones según las cuales los colchoneros son capaces de realizar lo mejor y lo peor. Anoche, el conjunto de Quique Sánchez Flores disputó un buen partido, refrendando su buen momento, con la mejor versión de Reyes desde sus excepcionales encuentros en la Premier con el Arsenal. Sin embargo, los de Lillo supieron contrarrestar esa dificultad con colocación y paciencia. La apuesta por Borzani pudo parecer arriesgada, pero el argentino demostró que es un jugador válido, callando a cientos de aficionados que opinaron sobre él sin haberlo visto actuar. Y es que en Almería tenemos la maldita costumbre de sentenciar a un jugador por el mero hecho de ser suplente, sin pararnos a comprobar su historial, en este caso respetable. Ya ocurrió con Michel, Guilherme e incluso con Diego Alves cuando era suplente de Cobeño. Por cierto, el cancerbero brasileño está volviendo por sus fueros. Su actuación rayó la perfección, así como la de Chico, que brilló en un partido que Acasiete vio merecidamente desde el banquillo. Como una imagen vale más que mil palabras, sirva la estampa de los colchoneros, en forma de impotencia y cansancio, tras el gol de Piatti.

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