| Incienso cofrade |

Ginés Valera (Hermano De La Santa Cena)

Hermanos nazarenos tras el paso

Los Nazarenos acompañan a su imagen, haciendo penitencia, mortificándose, y mostrando arrepentimiento por haber pecado · Al procesionar es obligado el silencio y el recogimiento

EN el cortejo procesional asumen una especial representatividad los hermanos Nazarenos, personas que acompañan a las imágenes titulares de la Cofradía haciendo penitencia, mortificándose interiormente y mostrando arrepentimiento por haber pecado y la virtud del propósito de enmienda. La Estación de Penitencia comienza en el domicilio, por lo que el Nazareno deberá acudir directamente a la sede canónica donde se adoran las imágenes por el trayecto más corto. Una vez en el templo entregará la papeleta de sitio al Diputado Mayor, que le asignará el orden en la fila que ha de ocupar en todo momento. Si ha de portar alguna insignia o enser, lo recogerá de la Capilla de Insignias, y si no, retirará el cirio o farolillo, situándose en el tramo que le corresponda. Preordenado el séquito en el interior de la Iglesia, procederá al rezo del Credo y una Salve a los Sagrados Titulares como Acción de Gracias que dirige el Consiliario desde el púlpito.

El hábito penitencial lo vestirá impoluto y planchado, del color que establezcan las reglas fundacionales. Consta de botonadura, túnica y antifaz, cuyo tejido varía según las normas de cada Congregación, siendo por lo común de raso, algodón o terciopelo con algún adorno bordado. La medalla al cuello y debajo de la túnica es recomendable llevar camisa blanca de manga larga, con gemelos discretos y el largo a medio tacón del calzado, sin que asome el pantalón o la falda, ni arrastrarla. La vestimenta puede ser de capa (sujeta al cuello con corchetes) y cíngulo (cordón o cinta de seda o lino, con una borla a cada punta) o de cola recogida sobre el brazo izquierdo, que últimamente parece imponerse en Almería al gusto sevillano. Éstas las ciñe el Penitente con un ancho cinturón de abacá que ajusta mediante doble correílla de cuero, que en las caderas tiene unas presillas para apoyar el cirio al marchar. El antifaz cubre el rostro y queda enhiesto por el capirote, cucurucho cónico de cartón o plástico, forrado con su boinilla en la parte de la frente y con dos cintas a modo de barbuquejo para anudar en la barbilla. La caída es sobre los hombros y centrado el escudo bordado (símbolo o heráldica de cada Hermandad) en el pecho, sujeto con velcro o imperdibles para que no se deteriore con la lavada (las Hermandades de capa suelen tener dos representaciones y colocan una en el hombro izquierdo y la otra sobre el pecho).

Los guantes no son siempre impuestos (blancos o negros) y en cuanto al calzado, ha de ser negro: o bien con la hebilla corporativa, bien lustrosos, o de cordones y suela de material, para ellos, o tipo manoletina o tacón bajo, para ellas; o sandalia negra de cuero con calcetín negro o sencillas alpargatas de cáñamo cuando no se opta por ir descalzo en señal de sacrificio. Jamás zapatillas deportivas o tacones altos. Se ha de evitar llevar pulseras, reloj, anillos, perfumes o cualquier adorno que pugne con la sencillez y humildad, como las uñas pintadas de color.

A la salida del templo, los Nazarenos se despliegan en doble fila y por parejas, en el tramo que les corresponda, al compás de la banda de cornetas y tambores o de música. Llevan también túnica y antifaz los que portan la cruz-guía con trinchas, el libro de reglas, las banderas, los guiones, el estandarte y los escoltas con varas, así como el Hermano Mayor. Los pequeños infantes avanzan en hileras según altura, con capelina, a cara descubierta y cogidos de la mano. Peinados ellos al modo clásico y con lazo ancho ellas, o felpa, del mismo color. Al procesionar son normas de obligado cumplimiento para el cuerpo de Nazarenos el recogimiento y el absoluto silencio, el caminar con actitud fervorosa, con rezo callado y atendiendo en todo momento las instrucciones del Diputado de Tramo para mantener la distancia, ir alineado, evitar llevar el cirio apagado y parar o reanudar la marcha al unísono. Nunca se abandonará la hilera salvo por razones de fuerza mayor y previa autorización de la incidencia, no se mascará chicle ni se ingerirá alimento o bebida alguna, ni por supuesto se escucha la radio. Y se procurará no proporcionar cera a las bolas de la chiquillería para no perder la compostura, ni saludar a conocidos estrepitosamente ni volverse a contemplar las Imágenes, acto que sólo tendrá lugar a la llegada del templo y cuando todos los intervinientes en el séquito se dan recíprocamente la enhorabuena en emocionado encuentro.

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