Graderío

Ramón Gómez-Vivancos García

Tarde de despropósitos

LA semana ya comenzó torcida con la enésima rebaja en el precio de las entradas. De nuevo, otro misil a la línea de flotación de la entidad, o sea, a sus abonados más fieles. ¿Quién es el ideólogo de esta medida que lo único que hace es restar abonados de cara a la siguiente temporada? ¿Piensan que porque acudan 3.000 espectadores más se va a ganar un partido? ¿O es que el equipo no ha tenido grandes rachas en el Mediterráneo con los de siempre? Lo que debe hacer el club es presentar, de una vez por todas, unos abonos con unos precios similares a los de nuestros rivales directos, aquellos que luchan por la permanencia. Así, los que ayer evitaron que prevaleciera el color azul en las gradas, posiblemente no sólo acudan cuando el importe de las localidades corresponda más bien a un partido de Segunda B. Con respecto al encuentro, se volvió a realizar una buena faena que no se culminó con la suerte suprema del fútbol, el gol. Tras el inmerecido golazo de Luis García, el Almería comenzó a jugar más con el corazón que con la cabeza, y Lillo tampoco anduvo muy inspirado a la hora de buscar soluciones. La entrada de Corona resultaba imprescindible, pero la salida de Bernardello fue de pecado mortal. El elegido debió haber sido Soriano, que no dio una a derechas, y de paso hubiera posibilitado a Corona desplegar sus cualidades donde mejor sabe, cerca de los delanteros. Después vino el cambio preestablecido de todos las semanas. Se marchó Michel, desafortunado ayer, pero con más precisión a la hora de centrar que Juanma Ortiz. Una jornada para olvidar que se compensó con la inesperada derrota del Tenerife, que al menos nos permite mantener la misma distancia con el descenso.

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