Graderío

Ramón Gómez-Vivancos García

Recuerdos del pasado, ilusiones de futuro

LA fecha de caducidad del carné de abonado se ha alargado en esta campaña unas semanas más. Excelente noticia, porque su uso hasta el día de ayer implicaba la llegada hasta la orilla del Almería B, que se la jugará el próximo domingo para intentar pisar tierra firme, la de Segunda B. No va a se fácil, aunque tampoco imposible. Después de tantas liguillas de ascenso a las espaldas de los conjuntos post Agrupación Deportiva, los emocionantes recuerdos se amontonan, aunque algunos signos en forma de etiqueta adhesiva pegada en los asientos, hace ya más de quince años, ayudaron a revivir con más autenticidad aquellas tardes de infarto. Incluso la salida individual de los equipos nos recordó que existe una forma más apasionante de vivir los prolegómenos de un partido, aunque se echó en falta la información de las alineaciones a través de los altavoces, máxime cuando cientos de aficionados acudían por primera vez a ver al filial. El choque tuvo más alternativas que el vivido frente al Burgos. En los primeros compases un más que posible penalti sobre Baby pudo cambiar toda la eliminatoria. No obstante, durante la primera mitad el Almería B controló sin grandes apuros a un rival que no fue tan fiero como las estadísticas lo pintaban. La temida pájara vino tras el descanso cuando los de Salmerón retrasaron sus líneas, quizás obsesionados con no encajar el temido gol en casa. El mazazo espoleó al equipo y momentáneamente a su técnico, que realizó dos cambios que dieron algo de mordiente al huérfano ataque hasta ese momento. Luego, vino la gran ocasión de Andreev a portería vacía que salvó un defensa. Ojalá que el próximo domingo no nos tengamos que acordar de esa jugada.

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