Graderío

Ramón Gómez-Vivancos García

El injusto sistema del Mundial

SE supone que el próximo domingo recibirá la Copa del Mundo la mejor selección del planeta. Digo se supone, porque con el actual sistema de competición se corre el peligro de que por los lados benévolos del cuadro, vayan avanzando selecciones menores beneficiadas por la suerte. A modo de ejemplo, Holanda y Uruguay ya hicieron historia al llegar a semifinales, pero repasando sus víctimas observamos la cómoda travesía de los tulipanes hasta su enfrentamiento con Brasil, en donde 15 minutos locos dejaron fuera a los pentacampeones. Luego, jugadores temperamentales como Melo (no pretendo justificar su acción), pierden los nervios porque ven cómo la exhaustiva preparación se va al garete como si estuvieran jugando a la ruleta rusa. Por cierto, qué cantidad de borregos indocumentados han aprovechado para arremeter contra Melo, despreciando su paso por España y obviando su colosal temporada en el Almería. Con respecto a Uruguay, su logro se sustenta en empatar con una banda, Francia, competir con Sudáfrica y México, para luego eliminar a Corea del Sur, y milagrosamente a Ghana. De esa manera, ya se cubrieron de gloria. Incluso, fijémonos en el tortuoso camino de nuestra selección: derrota ante Suiza, victorias ante Honduras y Chile, eliminando más tarde a una paupérrima Portugal, y con demasiados apuros a una discreta Paraguay. Sin restar mérito alguno, con muy poquito también hemos hecho historia. ¡Esto no es serio! En Alemania 74, Argentina 78 y España 82, se jugó otra liguilla en la segunda fase, sistema mucho más justo y ecuánime para decidir los semifinalistas. Sólo así, se demuestra quiénes son los más fuertes, y no se depende de un mal día del colegiado o de un error puntual.

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