Graderío

Ramón Gómez-Vivancos García

De la humildad a la eternidad

VICENTE del Bosque e Iniesta, Iniesta y Vicente Del Bosque. Al observarlos, nos damos cuenta de que se puede ser estrella sin pretenderlo y campeón del mundo con absoluta brillantez. En los tiempos que corren la imagen se ha sobrevalorado, a semejanza de las estrellas de pop moldeadas para los ignorantes y las volubles quinceañeras, pero ellos se han impuesto a cualquier moda. A pesar de pertenecer a diferentes generaciones, y de proceder de los dos clubes que más se odian del mundo, llevan intrínseco el marchamo de la laboriosidad, la sabiduría y el compañerismo. El técnico, sin quererlo, le ha dado un bofetón a Florentino Pérez en todos los morros. El presidente del Madrid despidió al entrenador salmantino después de lograr en tan sólo cuatro temporadas, dos Champions, dos Ligas y una Copa Intercontinental. Sin embargo, en el proyecto galáctico del mandatario merengue, que no ha ganado nada sin Del Bosque, no cabía un tipo medio calvo, con cuatro pelos al viento y barrigón. Ése fue el pretexto para prescindir de un entrenador que hace lo lógico, lo que todos pensamos, y también realiza lo que a casi nadie se le ocurre. Como dijo Cruyff, un tipo con dos manos izquierdas. Por otro lado, Iniesta, bajito y blanquito, el anti-fashion, ya lo ha ganado todo en el fútbol. Juega como los ángeles pero presiona, recibe patadas a diestro y siniestro, pero da vergüenza ajena verlo protestar, viene de la cantera y presume de ser de Fuentealbilla, pero ahí está su nombre, escrito con letras de oro para los restos. Con él, el Barça habría conquistado de nuevo la Champions. Del Bosque e Iniesta, Iniesta y Del Bosque, han pasado de la humildad a la eternidad, sin maquillaje de por medio, auténticos como son.

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