SEGÚN el club hemos renovado el 80% de los abonados. No está mal, aunque la cifra resultante, 7.500, puede parecer baja. No obstante, hay visos de que los 2.500 que perdieron su privilegio en julio (algunos se reengancharán) serán suplidos con creces en agosto. Ésa es la sensación a pie de calle que me lleva a pronosticar una cifra final que puede rondar los 12.000 abonados, cantidad similar a la que hubo en la segunda temporada en Primera. Después de la acertada eliminación de los días del club y de la posible participación del filial en Segunda B frente a históricos equipos, se podría esperar algo más (ojalá fracase mi predicción), pero las torpezas realizadas con anterioridad no se olvidan tan rápido, por lo que hay que sembrar de nuevo. Los cantos de sirena del club, refiriéndose al mayor número de abonados en otras entidades, que en realidad cuentan con precios más asequibles y una mayor población potencial a su disposición, no hacen sino intentar tapar las carencias de un marketing que nunca ha funcionado. Aun así la dinámica actual es positiva porque Alfonso García ha rectificado, mientras que la afición debería hacer un esfuerzo y responder a pesar de la crisis. Pero hete aquí que ayer, un día clave para captar a los rezagados que no trabajan los sábados (sigo echando en falta una oficina en el centro), la sede estuvo cerrada por un simple cambio informático, y a partir del próximo martes la creación de nuevos abonados se restringirá a 500 números por día. Ahora no es el momento de limitar sino de trabajar, si es preciso 24 horas, para aprovechar la dinámica. ¿Tendrá el presidente algún enemigo en el club? ¿Algunos son así de incompetentes? ¿O quizás ambas cosas?