Graderío

Ramón Gómez- / Vivancos García

Kalu Uche, una mina de oro

ES curioso. La continuidad de Uche ha llenado de gozo a miles de aficionados que en alguna ocasión vilipendiaron al nigeriano. Como decía una voluptuosa actriz en el programa Un, dos, tres, ¿por qué será...? Nunca antes un jugador del Almería causó un sentimiento tan dispar, porque este hombre es único, especial, es simplemente Kalu Uche, tal y como lo definió nuestro compañero Chema Fernández. Por eso, ya expresé en un artículo anterior que un mundo sin Uche sería un mundo infinitamente más aburrido y mediocre. ¡Que no nos lo arrebaten nunca! Su ausencia de nuestras vidas supondría una pérdida irreparable para las tertulias de la semana, porque su vacío no puede ser cubierto por nadie. ¿Quién es capaz de firmar la acción más estúpida del partido, y acto seguido sentenciar un encuentro a favor de su equipo? Eso sólo lo puede lograr un jugador tan singular como él. Tanto, que es capaz de disputar un excelente Mundial, mientras su club, que ya hacía cuentas, recibe ofertas mezquinas. Es una mina de oro para nuestro tiempo de ocio, es la antítesis de la mediocridad, a nadie deja indiferente. Recuerdo el día que, con su golazo de vaselina en el Mediterráneo, sentenció al Lleida de Bruno a Segunda B. El hombre iba por libre, mientras sus compañeros consolaban a los catalanes. Genio y figura. No obstante, si analizamos más en serio su trayectoria, podemos comprobar que su estancia en Almería ha coincidido con la época más prolífica de la unión. Llegó con Paco Flores el año que nuestro conjunto empezó a ser grande, y seguro que va a seguir dando que hablar. Apostaría lo que fuese a que el pasado 31 de agosto por la noche, Lillo se frotó las manos.

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