Graderío

Ramón Gómez- / Vivancos García

El protagonismo de Lillo

NO desearía que la euforia final dulcificara mi opinión. Pienso que el baño táctico de Larsarte a Lillo fue monumental. No hubo nada más que observar la buena colocación de los jugadores de la Real frente al desbarajuste táctico de los nuestros. Ellos ocupaban todas las parcelas importantes del terreno de juego, mientras que los de Lillo acusaban su inferioridad numérica tanto en defensa como en ataque. Nada más ver la alineación inicial, capté el excesivo protagonismo de nuestro técnico al sorprender, al igual que en Pamplona, a todo el mundo. Acasiete no es un pulpo y no pudo multiplicarse en su zona a la hora de defender. Juanma Ortiz no debe ni puede suplir a Jakobsen y Goitom es inferior a Ulloa. Eso lo sabíamos todos, míster. Sin embargo, el empate dejó clara una cosa: al final, las individualidades rojiblancas igualaron un choque que, con una alineación más lógica, debería haberse decantado a nuestro favor. La desafortunada noche de Lillo la salvó Ulloa, que incomprensiblemente todavía no ha sido titular. Y pudo ser una jornada nefasta, porque el excesivo volumen de la megafonía en los prolegómenos, la inexistencia de un marcador digno de un conjunto de Primera y la presentación de los equipos base, con un mes de retraso, hubiesen provocado una noche aciaga. Por cierto, al fin conocimos a todos los integrantes de nuestro filial, de Segunda B, ante la ausencia de información en la web del club. Por último, habrá que esperar para comprobar con certeza los abonados del Almería, aunque anoche hubo como mínimo media entrada. Si dicen que el estadio cuenta con 24.000 asientos, no me salen las cuentas. Mis sospechas se empiezan a confirmar.

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