La rebotica

Santiago Ruiz Gutiérrez / Deportes@elalmeria.es

Latidos de Travesía

Mis niñas y mi mujer me animaron al llegar, llevaban desde las diez conmigo y ya es la una del mediodía

DESPUÉS de 24 años volví a disfrutar de la travesía a nado de un puerto. En 1986 nadé por última vez la del Puerto de Motril, y durante la Feria pasada, la del Puerto de Almería. Han pasado muchos años y han cambiado muchas cosas, pero la sensación de ir braceando por mitad del Puerto, un poco perdido y oliendo al gasoil de los barcos es la misma. Nadé la distancia larga, que son 2.000 metros. Había distintas medidas según la categoría de edad de cada participante. De niño, recuerdo que me empeñaba en la distancia larga, la de los mayores, cuando aún me correspondía hacerlo en una menor. Y la última vez me pasó igual. Por mi edad me tocaba nadar 800 metros y yo me he empeñado en nadar la larga, la de 2.000 metros. Buen ambiente y para mí no demasiada participación, no puedo comparar con otros años. Después de la carrera de 800 metros y tras esperar un buen rato ya preparados en la salida a que zarpara un ferry que lo hacía con retraso, dan la salida y todos estamos en pelotera. Tras unos metros de caos se hacen los espacios y cojo mi ritmo. Todo recto hasta el final del Puerto y vuelta. Parece sencillo, pero es muy fácil desviarse y nadar más de la cuenta. Los primeros 1.000 metros pasan rápido, ya sólo queda volver. Desde lejos veo el arco de meta y las ganas de llegar hacen que apriete un poco, pero después de un buen rato me sigue pareciendo que está a la misma distancia. Voy desviado, y según me dijeron después más de lo que yo creía. Meta. Esto está hecho. Mis niñas y mi mujer me animan al llegar, llevan desde las diez allí y ya son casi la una del mediodía. A pleno sol. No he llegado muy cansado, y con la sensación de poder nadar bastante rato más. En fin, una manera de pasar la mañana dominical distinta a cómo lo hice el domingo anterior a la misma: bailando en el Creamfields. Aunque en el fondo no es muy distinta, incluso parecida: un montón de gente sin parar de moverse y disfrutando juntos.

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