Graderío

Ramón Gómez-Vivancos García

Alfonso García alarga la agonía

AL final del encuentro sucedió algo insólito e inaceptable: mientras los espectadores de tribuna exteriorizaban su enfado, centrado en la figura de Lillo, se anunciaba por megafonía, a todo volumen, el partido de Copa y el viaje a Bilbao. Hablemos claro, se pretendió acallar la bronca que recibía el entrenador, porque nunca antes hubo anuncio alguno en esos instantes. Además, para que aprendan, por si lo han hecho inocentemente (no lo creo), tales reclamos se comunican en los prolegómenos o en el descanso. Segundos después, la salida de los jugadores pasó desapercibida. La mayoría de la afición no está con Lillo y desea su destitución. Estoy seguro de que Alfonso García también piensa que este equipo triste, cansino, previsible, irregular, de fogueo (como acuñó Paco Gregorio en una tertulia), que malvive al borde del abismo pese a disponer de una buena plantilla, necesita un revulsivo, un cambio en su dirección técnica. No sé por qué, los milímetros que le faltaron a De las Cuevas para lograr el segundo tanto del Sporting tras su disparo al palo, salvaron a Lillo. El fútbol suele dictar sentencia así, si bien yo creo que ese análisis debe ser mucho más profundo. Ahora se avecina un calendario complicado, pero me preocupa más mi equipo, porque a excepción de Madrid y Barça, todos los adversarios son accesibles siempre y cuando el Almería recupere su estado óptimo. A propósito, Crusat y M'bami (Clemente estará todavía repasando los vídeos de la pasada campaña), necesitan urgentemente un descanso en la suplencia. Por cierto, eché de menos a las peñas rojiblancas en el histórico partido que el Almería B disputó ayer en El Ejido. Ninguna de ellas acudió a animar a nuestro filial.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios