Graderío

Ramón Gómez-Vivancos García

Se subestimó al rival

LA derrota no hubiese tenido mayor significación si evaluamos las sensaciones que dejó nuestro equipo y la calidad del rival. Pero la horrible herencia de Lillo nos obliga a cometer los menos errores posibles, como si de una eliminatoria o de una final se tratara. Es imposible saber lo que habría ocurrido ayer si enfrente hubiera estado alguno de los flojos contrarios que hemos dejado escapar vivos a lo largo de la primera vuelta. Después de comprobar que, como en el colegio, nuestro conjunto progresa adecuadamente, quizá se hubiese logrado la victoria con comodidad. Sin embargo, en la actual tesitura necesitamos puntos como el comer y cuando se tienen al alcance de la mano como ocurrió en la tarde de ayer, se tendría que hacer lo posible y lo imposible por retenerlos. Ahí es precisamente donde se gestó el desacierto de Oltra, o más bien la osadía, que finalmente nos condujo al precipicio. A un rival que juega al fútbol como los ángeles, el mejor que ha visitado el Mediterráneo después del Barça, que viene de encadenar varias victorias consecutivas con merecimiento, incluyendo alguna remontada, no se le puede jugar de tú a tú sobre todo tras conseguir algo muy difícil, casi impensable, como cobrar una sustancial ventaja en tan pocos minutos. Además, el Getafe anunció sus intenciones en el último cuarto de hora de la primera mitad. Ya sé que es ventajoso opinar a posteriori, pero la ausencia de Vargas en ayuda de M'bami llamó la atención desde el principio. Una lástima, porque se podría haber igualado la puntuación lograda en la misma jornada de la pasada campaña, como ya se hizo al vencer en Sevilla, pero al menos nos queda el consuelo de pasar otra Navidad más fuera del descenso.

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