Graderío

Ramón Gómez-Vivancos García

Impotencia y desazón

HACÍA tiempo que no sentía una impotencia tan enorme como la que anoche me provocó el Almería. Ni un mal gesto al buen fútbol, ni un envío directo al área en busca de algún despeje defectuoso del rival, ni una acción que atentara contra el juego de alta escuela. Todo estos síntomas tan preocupantes se agravaron en la segunda mitad, pero desde el principio Oltra planteó un partido tan absurdo como equivocado. Si en el anterior encuentro de liga se subestimó al Getafe, ayer no se le supo encontrar el punto débil a un contrario inexpugnable en casa. Lo que debió ser un encuentro feo, trabado, se convirtió en una lucha de tú a tú frente a un rival técnicamente superior, al que posiblemente habría que haberle cedido la posesión del esférico con la intención de aprovechar la velocidad de Piatti y de Crusat. Además, se sigue contando con Corona, tan estéril en ataque como insolidario en la presión, y se prescinde de Ulloa. ¡Qué mala suerte tenemos! Estoy seguro de que tan solo había dos habitantes sobre el planeta Tierra que no hubieran alineado al goleador argentino en el once inicial, y resulta que uno está ahora dando lecciones en Gol Televisión de cómo no se deben comentar los partidos en directo, y el otro se sienta en el banquillo del Almería. En las postrimerías del choque se echó en falta a algún asistente que abasteciera al ramillete de delanteros que colocó Oltra. Mientras, Valeri se marcha por la puerta de atrás sin gozar de continuidad. Es cierto, ayer se jugó frente al Villarreal de Fernando Roig, una de las 100 personas más ricas de España que ya ha invertido más de 90 millones de euros, pero reitero que se perdió un partido sin buscarle, con astucia y mala uva, las cosquillas al contrario.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios