EL que seguramente fue el partido más seguido de la historia del fútbol de Almería, gracias a la retransmisión en abierto de una ilusionante semifinal de Copa para todos los almerienses, no merecía el planteamiento suicida de Oltra. La única manera de parar a este Barça nos la mostraron dos entrenadores: uno fue Mourinho la pasada campaña en la semifinal de la Champions, cuando no le importó colocar a Samuel Eto'o de lateral. El otro ha sido Caparrós, esta misma temporada, también en la Copa. El Athletic apenas pasó del medio campo, tapando todos los huecos posibles. Por lo tanto, el camino a seguir estaba trazado para quien lo quisiese ver. Lo que no tuvo razón de ser fue la intención de Oltra al intentar ahogar al Barça en una zona del campo que no fuera nuestra propia área. Como consecuencia de ese atrevimiento, Messi avisó en los primeros minutos fallando lo que más tarde o más temprano sus compañeros y él mismo no perdonaron. De hecho, el Almería reculó justo cuando teóricamente no tenía que hacerlo, al ir perdiendo por tres goles de diferencia. En esos instantes se pudo apreciar que los azulgrana empezaban a tener más dificultades para encontrar las autopistas que, con anterioridad, el osado Oltra les concedió gratuitamente. Una defensa de cinco hombres, apoyada por nuestros tres centrocampistas con más músculo, junto con los dos delanteros más veloces, sin duda alguna hubiera planteado a los de Guardiola más problemas. Eso sí, posiblemente el resultado cosechado contra esta máquina del fútbol llamada Barça habría sido igualmente abultado, pero al menos hubiésemos acudido a la guerra con la mejor arma táctica que cualquier conjunto debe presentar en el Camp Nou.