Graderío

Ramón Gómez- Vivancos García

Al final fue un mal trago

QUIENES besan el suelo que pisan los jugadores del Barça (me refiero a los almerienses que anoche animaron a los visitantes), estarán contentos. Afortunadamente, ese gentío tan solo acude en ocasiones como la de ayer. Por eso, sería injusto culpar a los fieles abonados que fueron al estadio y asimismo merece ser destacada la peña Grada Joven, que no paró de animar a pesar de que nuestro Almería disputó un partido paupérrimo frente a los suplentes del Barça. Sin garra, sin ganas de lavar la imagen ante su continua pesadilla. La tensión prometida por Oltra contrastó con la actitud de Guardiola, que se desgañitaba corrigiendo posiciones. El debut de Feghouli fue esperanzador y positivo. Sin embargo, el trato rastrero y provocativo que parte de la prensa nacional le otorgó al error humano cometido en la presentación del francés, no debería quedar inmune. A propósito, el club podría esforzarse en dar un carácter más académico a los avisos realizados durante los partidos. Para finalizar, no logro comprender el porqué se acude a la liga regular para otorgar la plaza europea que concede la Copa del Rey. Si una competición independiente de otra establece que a través de ella se accede a la UEFA Europa League, no se puede ni se debe cortar por lo sano, o sea, trasladar ese privilegio a otro torneo sin tener en cuenta los méritos contraídos por un club, como puede ser el Almería, que alcanzó las semifinales contando sus partidos por victorias. ¿A que nadie se imagina la posibilidad de recurrir a la Copa en el caso de que, por diversas circunstancias, el conjunto que con derecho a plaza europea se clasifique en la liga más allá del séptimo u octavo puesto? La virtud de la ley está en su flexibilidad y en aplicar su aplastante lógica.

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