Graderío

Ramón Gómez- Vivancos García

No me resigno

MUCHO se ha hablado de la importancia, a vida o muerte, del encuentro de anoche. El absurdo derrotismo de la mayoría de los almerienses ha hecho que hayamos oído varias veces durante la pasada semana las mismas aseveraciones: "Ya estamos en segunda", "no nos salvamos", "si perdemos en Málaga no hay nada que hacer", etcétera. Consecuentemente, más de uno ya habrá bajado los brazos ante la situación de un equipo inconsistente en defensa, sin suerte en los momentos puntuales y sin un mínimo respeto por parte del colectivo arbitral. Sin embargo, alguno olvida que todavía estamos a prácticamente una victoria de la salvación, gracias a la puntuación de varios de nuestros rivales, inferior a la de la pasada campaña si equiparamos la posición clasificatoria y los puntos de ambas temporadas. Incluso, este año hay más equipos implicados en la lucha por eludir la categoría de plata. El partido ante el Racing sí que puede marcar definitivamente el futuro; ahí no podemos fallar porque el hueco que se abriría ya se convierte en un muro muy complicado de derribar. Como indiqué antes, la suerte abandonó a un equipo que recibe el empate justo cuando Oltra, acertadamente, refuerza el centro del campo en busca de asegurar la victoria o, al menos, lo que hubiera sido un valioso empate, a pesar de que a una mayoría de aficionados tan sólo le valía el triunfo. Más tarde, quizá un centímetro evitó el tanto de Piatti que a buen seguro hubiese certificado la victoria. Luego, la eterna fragilidad defensiva y el trencilla de turno hicieron el resto. Ahora toca levantarse y arrinconar el típico pesimismo almeriense, después de un horrible 28 de febrero, como no podía ser de otra manera.

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