Graderío

Ramón Gómez- Vivancos García

Así sí, míster

NO lo voy a ocultar, se me escapó alguna lágrima en los segundos finales y al término del choque. No, ayer no ganamos la final de Copa ni certificamos la salvación, pero se logró una trascendental victoria acompañada de una recompensa superior a los tres puntos obtenidos: los que dejó de sumar el contrario, la consecución del gol average ante un directo rival y sobre todo la autoestima, quizás la conquista más importante de cara al tramo final de liga. En esta ocasión, el planteamiento y el posterior cambio de fichas ideado por Oltra fue impecable, pese al tremendo contratiempo que supuso encajar otro gol más a balón parado. La inclusión de Vargas (decisivo en la anterior victoria foránea en Sevilla) en el once inicial dio el equilibrio necesario que demandaba este equipo y sirvió para subsanar nuestro talón de Aquiles, la fragilidad defensiva que, no olvidemos, se corrige no sólo desde la línea de zagueros, sino a partir del delantero más adelantado y, sobre todo, desde el centro del campo. La prueba de fuego final también se superó al conservar la remontada, porque un conjunto modesto no podía volver a permitirse el lujo de no sumar tres puntos anotando dos goles. En general, la lectura del partido por parte de Oltra fue rayana en la perfección, ya que supo aguatar al principio y prender la mecha al final. En la rueda de prensa posterior al choque el técnico valenciano se quejó de las pocas llegadas al marco contrario durante la primera mitad. Míster, no se puede tener todo, a este Almería no le falta capacidad ofensiva como ayer se demostró pese a la primera ausencia de Piatti, sino que durante gran parte de la campaña ha carecido de la seguridad defensiva que todo aspirante a la salvación debe tener.

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