Graderío

Ramón Gómez- Vivancos García

Competitivo y vulnerable

NADIE lo puede poner en duda, el Atlético de Madrid llegó al Mediterráneo en forma y exhibió varias de sus mejores virtudes acorde con la categoría de su plantilla, con un Agüero estelar. Ante eso, poco se puede hacer, aunque estábamos avisados. Aun así nuestro equipo dio la cara, no se amilanó, y en parte supo esquivar la tormenta que se atisbaba en el horizonte. Sin embargo, abandoné el estadio con la sensación de que no se utilizaron otras armas que quizás le hubieran allanado el camino a un Almería, de nuevo, demasiado endeble a la hora de defender. La fórmula utilizada en Alicante que tan buen resultado le dio a Oltra, con la inclusión de un tercer centrocampista bregador como Vargas, que a la vez permite fortalecer la labor defensiva, dio paso al modelo anterior que, si bien nos facilita la llegada al marco del rival, nos hace más vulnerables. Como consecuencia de todo ello, Crusat se tuvo que incrustar en la parcela central en ayuda de M'bami y Bernardello, mientras que un lamentable e insolidario Uche floreaba en zona de nadie. De paso, el extremo catalán permanecía alejado de la cal, que es donde realmente hace daño; por no recordar su error, en una zona del campo infrecuente para él, que dio lugar al primer tanto de Agüero. En la segunda mitad, pese a la excelente aportación de los jugadores de refresco, el equipo llegó al final muy tocado, desfondado, como reconoció el propio Oltra. Esa labor de desgaste que se realizó en Alicante y una ocupación más racional del terreno de juego, se perdió en favor de un partido abierto, de ida y vuelta, espectacular para un espectador neutral, pero muy feo para los que queremos ver ganar al Almería aunque juegue horrible y no lo merezca.

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