graderío

Ramón Gómez- Vivancos García

Más vale tarde que nunca

HACE unos días un gran aficionado veterano (siempre intento aprender de ellos) me comentó que el Barça se había cargado el fútbol. Me argumentaba que casi siempre se sabía lo que iba a ocurrir cuando algún equipo se enfrentaba a los de Guardiola. En cierta manera puede que tuviera razón, porque al recordar los últimos instantes del encuentro de anoche se adivinaba la extrema dificultad de los nuestros, simplemente para acercarse a la portería de Pinto en busca de un milagroso empate. Por eso, da más rabia rememorar los minutos clave de la segunda parte después de cobrar ventaja en el marcador, lo que casi ningún conjunto ha conseguido en el Camp Nou. Asimismo, la manera de encajar los dos goles de la remontada culé resultó ser cuando menos extraña. Y por supuesto, todo ello después de mostrar, por fin, cómo debe jugar un equipo que necesita sumar puntos como sea. Sin embargo, al Almería se le ha puesto todo en contra en esta temporada: entrenadores nefastos (por supuesto, no incluyo a Olabe), decisiones arbitrales discutibles, compadreo entre algunos de nuestros rivales directos y momentos puntuales sin fortuna, como en el día de ayer. Incluso, el Barça recibió un último acicate tras la victoria del Madrid. El planteamiento de Olabe fue el que cualquier entrenador con los pies en el suelo (Oltra no los tenía) hubiera realizado en Barcelona, aunque eché en falta a M'bami. La actitud de todos los jugadores rojiblancos fue encomiable y la derrota muy digna, mas la noche podría haber sido histórica si Alves y Acasiete hubiesen estado en su mejor momento. Ahora bien, si el encuentro ha servido para encontrar a un Almería ordenado, robusto e incómodo para el rival, bienvenido sea, aunque me temo que nos van a faltar partidos. ¡Ojalá no sea así!

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