graderío

Ramón Gómez- Vivancos García

¿Alguien se esperaba otros precios?

DESPUÉS de interminables interrogatorios, los culpables suelen derrumbarse y, sin querer, desvelan su pecado. Si comparamos dicha situación con la satisfacción generalizada por los nuevos abonos, podemos intuir que durante varias temporadas se intentó inflar el globo al máximo. Ahora resulta que los precios son excelentes (lo son), la satisfacción se palpa y el detalle con los desempleados así como el abono familiar han agradado. Pero si ojeamos el importe de los abonos que en esta extinta campaña han regido en la mayoría de los equipos de Segunda A, no observamos ningún gesto de generosidad desinteresado. Simplemente, el presidente (él hace y deshace) ha aplicado la lógica que antaño abandonó. Por eso, sobró la pantomima de la encuesta a la afición. Aun así, subyacen varias incógnitas: la más hiriente, la de la antigüedad; un ejemplo si computamos desde la llegada de Alfonso García: cualquier aficionado que haya sido fiel durante varias campañas, ¿ya no tiene antigüedad? Voy a ser más radical. ¿Y si algún abonado de toda la vida no pudo renovar en esta última temporada? ¿Pierde el derecho que otro ha adquirido por una sola campaña? Presidente, estoy a la espera de su respuesta. Otro tema es el de la peñas. Sí, realizan una labor encomiable en todos los sentidos, son necesarias, desde la más antigua hasta el último miembro que acaba de llegar a alguna de ellas. Os quiero, pero ¿por qué se le conceden más privilegios que a los demás? Una última propuesta que nunca, nunca, me cansaré de sugerir: por favor, un punto de venta de abonos en el centro de Almería. Para finalizar, menudo comunicado del club aludiendo a la guerra de los medios que sólo ellos consideran beligerantes. ¿Por qué no rastrean primero por el club, por si hubiera algún descontento interno?

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