graderío

Ramón Gómez- Vivancos García

El yin y el yang del presidente

GRACIAS a Alfonso García se está viviendo una época dorada. Eso es innegable y quien piense lo contrario es un ignorante o un indeseable. Y es que, con la excepción de cortos periodos, han sido demasiados años oliendo la mierda futbolística de cerca. La nueva campaña en Segunda A, dictaminará si nuestras actuales siglas se consolidan o si realmente nos movemos según sopla el viento. A pesar del revés sufrido, la ocasión de adherirse a un proyecto saneado económicamente y con unas bases que ya son una realidad, la pintan calva. Hasta ahí, miel sobre hojuelas. Ahora bien, como nadie es perfecto y yo no estoy redactando este escrito para que me den palmadas como a un perrito faldero, sino que intento dar, acertada o equivocadamente, mi opinión sobre hechos contrastados, también deben salir a relucir las deficiencias de un club que preside la misma persona que merecidamente alabo al comienzo del artículo. No sé si será por el exacerbado autoritarismo de Alfonso García (hay indicios de ello) o por su falta de acierto a la hora de colocar las piezas adecuadas en el engranaje del club, la UD Almería incurre, con reiteración, en una serie de errores propios de una entidad de regional, como mínimo. El caótico día de la presentación de unos abonos "baratísimos" para la nueva categoría (repasen los precios que fijaron nuestros futuros rivales), que también incluyó la aparición fantasma (para casi todos) del nuevo entrenador, el más que previsible método de promocionar los abonos, que aburriría a la más petarda agencia de publicidad, o la desatención prestada a la página web del club, son algunos ejemplos que nos llevan a la siguiente hipótesis: quizá el lado bueno del presidente no puede vivir sin el malo, o viceversa.

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