Bajo Palio

La Estrella bajo palio llena con su luz Regiones

  • Este año la Cofradía ha dado muestras de austeridad y sobriedad, uniéndose fraternalmente a través de la fe, al momento difícil económico al reducir gastos al mínimo para revertir los remanentes en los necesitados del barrio

CUANDO el sol comenzaba a eclipsarse en la negritud del ocaso primaveral, y la brisa marina del mediterráneo azotaba el aire trémulo de la tarde, la cruz de guía alzada, símbolo de la Redención, abría el cortejo procesional camino de la Carrera Oficial para reencontrarse con los entornos más decimonónicos y dieciochescos de la vetusta y señera Almería, quien esperaba ansiosa y con bullicio la llegada de la procesión penitencial.

La tarde del Domingo de Ramos, en los aledaños de la iglesia de San Isidro Labrador, convirtió el Barrio de Regiones en el Jerusalén almeriense, ante la multitud de público, fieles y devotos que quisieron presenciar de cerca el cortejo procesional de la Sacramental y Penitencial Cofradía de la Estrella, convirtiéndose las calles por donde discurría el cortejo procesional en una exaltación de nuestra piedad popular, entre el silencio y los aplausos, entre lágrimas y saetas, olor a incienso y fragancia de claveles blancos y rojos, y la luz de los cirios que iluminaban las pisadas de más de un centenar de nazarenos revestidos con túnicas blancas de capa con antifaz y cíngulo azul marino.

Todo comenzó a la hora exacta, tras el sonido de la campana del Diputado Mayor, con las preces de ritual por el canónigo y consiliario Enrique Sánchez Sánchez, cuyas palabras fueron de exhortación a la meditación y reflexión en la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, por ser el verdadero sentido de la Estación de Penitencia, debidamente habiendo recibido todo cofrade el Sacramento de la reconciliación y la comunión.

Todo el paso de Misterio de las Penas es majestuosidad sublime, mandado por la voz exquisita, a la antigua usanza, del capataz José Antonio Cabrera, y al unísono sus 45 costaleros hacían andar el paso al ritmo místico del Calvario y con la alegría de la Resurrección, a los sones de las marchas procesionales, interpretadas por la almeriense Banda de Santa Cruz, produciéndose un cúmulo de sensaciones en todo el público que abarrotaba las calles, y que era expresado con respetuosos aplausos y persignándose en señal de veneración al Señor de la Vida y la Esperanza.

Tras el paso cristífero, el de la Dolorosa bajo Palio, de bella advocación mariana, La Estrella, al mando del cofundador Manuel López Álvarez, que con su carisma cofradiero y costalero impregnaba a los 35 costaleros que integran la cuadrilla del palio a caminar sobre sus costales, con garbo y prestancia penitencial, unido a los sones musicales de nuestra siempre querida Banda de Música Santa Cecilia de Sorbas, interpretando Estella sublime y Encarnación coronada, y el canto por saetas del Niño de las Cuevas y Francisco Berenguel García.

Todo un cortejo guiado por el diputado mayor y de tramos, recorrió las calles más céntricas del malecón almeriense para enfilar con total orden, silencio y piedad el tramo oficial, tras la correspondiente petición de venía a la Agrupación de Cofradías por parte del Hermano Mayor Manuel Navarro y miembros de la Junta de Gobierno.

La comitiva procesional con una ordenación litúrgica propia del ritual cofrade: Cruz de Guía, faroles en alpaca plateados; Senatus, rememorando a las antiguas centurias romanas; nazarenos, Simpecado, con el lema sine labe concepta, Libro de Reglas, mantillas vistiendo con riguroso luto, hermanos honorarios con el Servicio de Protección Civil de la Diputación Provincial de Almería, benemérito Cuerpo de la Guardia Civil, y la Presidencia con el Hermano Mayor Manuel Navarro Domene, Camarera Mayor y Consiliario. Un año más la Cofradía de la Estrella brindó su testimonio de vida, libertad y amor a toda Almería, en una luz esperanzadora de un mejor mañana a través de la fe.

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