Cádiz CF

El Cádiz CF no da para más: el rey de la procrastinación

Jugadores del Cádiz desolados en el partido contra el Mallorca.

Jugadores del Cádiz desolados en el partido contra el Mallorca. / Julio González

Desde que cayó a la zona de descenso el pasado mes de enero, la reacción del Cádiz CF ha ido quedando aplazada una y otra vez hasta que se ha vuelto imposible. El descenso a Segunda División es casi inevitable. Sólo lo puede evitar un milagro.

El encuentro ante el Mallorca, resuelto con empate a uno (como si hubiese perdido), fue la demostración palpable de que el Cádiz CF no da para más. A la vista está que no dispone de mimbres suficientes para optar una permanencia que parece imposible. Una vez más, y van unas cuantas esta temporada, no estuvo a la altura de la relevancia de una cita que atesoraba el rango de final dado lo que había en juego.

El desarrollo del partido evidenció la deficiente preparación mental de un equipo que se descompuso a las primeras de cambio cuando recibió un gol tempranero que complicó todo. El primer pecado fue permitir que el contrincante se pusiese por delante en el marcador. El segundo, ser cautivo de los nervios que afloraron enseguida.

La pregunta es si durante los días previos al choque más importante del curso se hizo en el vestuario una labor concienzuda de mentalización para tener la resiliencia necesaria en caso de adversidad. Si se hizo ese trabajo, no se notó para nada cuando las cosas se torcieron poco después del pitido inicial.

En lo meramente futbolístico, el Cádiz CF fue un equipo previsible, incapaz de derribar la muralla bermellona. La defensa de cinco hombres fue un fracaso y tras el intermedio volvió el clásico 4-4-2. Aunque hubo una ligera mejoría, fue insuficiente para sumar tres puntos que hubiesen dejado un resquicio para la esperanza.

El patadón en busca del salto de Chris Ramos fue el manido recurso que más utilizó un Cádiz CF con muy pocas ideas en ataque. Nada que no se haya apreciado a lo largo de toda la temporada 2023-24. Y cuando movió la pelota a ras de suelo, lo hizo sin la rapidez que requiere una competición de alto nivel. La única solución fueron infinitos centros al área a ver si caía la breva y poco más. El fútbol que practica es rudimentario, con un juego irrelevante y escasos efectos en el área contraria. No es casualidad que sea el menos goleador de la Liga.

El Cádiz CF se acostumbra a aplazar la misión pero da la impresión de que ya es tarde para frenar la caída. El cuadro gaditano se empeña, y lo consigue, en ser el rey de la procrastinación, una palabra compleja que viene a significar dejar para mañana lo que tienes que hacer hoy. Eso es lo que hace el Cádiz CF sin descanso hasta el extremo de que está a un pequeño paso de costarle el descenso. Es el precio que paga por su inoperancia.

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