El derbi sevillano | Frente a frente

A Isco le duele la cara de ser 'MVP'

Isco Alarcón se lamenta de un golpe en la cara, junto a Sergio Ramos, en su reencuentro como rivales.

Isco Alarcón se lamenta de un golpe en la cara, junto a Sergio Ramos, en su reencuentro como rivales. / Juan Carlos Muñoz

Este abril intenso en la ciudad de Sevilla se despedía con un derbi que finiquitará un mes festivo en la capital andaluza. La Semana Santa, la Feria y el derbi. Casi nada. Isco Alarcón y Sergio Ramos aparecían como cabezas de un cartel con exitoso fondo blanco después de nueve temporadas compartiendo vestuario y éxitos en el Real Madrid.

El capitán sevillista, que ya había sentido la exaltación de las dos primeras celebraciones de primavera, tenía la espina clavada de no haber podido dejar su impronta en el partido de la primera vuelta. Por aquel entonces, la mordiente del camero no pudo escapar del banquillo sevillista por decisión técnica en la primera cita entre los vecinos de la ciudad.

No estaría en su primer derbi sevillano 19 campañas después. El 4 acusaba unas molestias en el sóleo de la pierna derecha, motivo suficiente para que Diego Alonso le guardara un sitio a su lado durante los noventa minutos. La última visita de Ramos al Villamarín había sido en 2020, a puerta cerrada y con la camiseta del Real Madrid, y aquel que goza del carisma natural de quien solo saber ser auténtico, tuvo la ocurrencia de lanzar un penalti a lo Panenka. El descaro es un virtuosismo que el sevillano aprecia, y la afición verdiblanca que tuvo que padecer aquel gesto técnico desde casa a causa de la pandemia, sonreía anoche porque el que transformaba una pena máxima era Isco, su duende malagueño.

El mediocentro verdiblanco acudía al córner en el minuto cinco para lanzar un saque de esquina, una acción básica para sentir la música ambiental al jugar un partido de esta etiqueta en casa. Sin embargo, el fútbol rumbero y alegre que acostumbra a mostrar, fue mucho más pusilánime que en el duelo de noviembre. En la primera media hora de juego, Isco, como todo el Betis, estuvo en mute. Hasta que llegó la acción que agitó la habitual y dramática turbulencia de un derbi sevillano. Penalti por manos de Lukébakio dentro del área, y que el futbolista bético se encargaba de transformar lanzando a su izquierda. Cerca estuvo Nyland de atajarlo, intuyéndo toda intención. Acabó en gol, e Isco con el desparpajo que ha tenido siempre a la hora de sincerarse, se besó el escudo del Real Betis en toda una declaración de intenciones en la misma esquina que le espoleó al inicio tratando de estimular a su mejor jugador.

Se lamentaba un Sergio Ramos que minutos después, asustó en un lance con Ayoze. El delantero canario se llevaba por delante la pierna del central y éste abandonaba el terreno de juego por unos segundos. No fue ni mucho menos suficiente para sacar de la escena al jefe sevillista. Demasiado había esperado. El futbolista de Camas estuvo sólido atrás durante todo el partido. Fue el baluarte defensivo de su equipo, sosteniéndolo ante las pocas internadas que tuvo el Real Betis durante los noventa y tantos minutos. En el primer acto junto a el francés Badé, y en la segunda también con un Kike Salas que se incrustó en la zaga, y que a la postre acabaría por erigirse como protagonista inesperado del enfrentamiento entre los dos clubes sevillanos.

Después de todo, el galardonado acabó siendo nuevamente el 22 verdiblanco. A pesar de jugar con molestias en la rodilla, como reconoció tras el termino del partido, acabó de nuevo con su MVP bajo el brazo. Con la cara y la rodilla dolida, pero otra vez mejor jugador de partido. 

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