Esta noche actúa, en el Centro de las Artes Escénicas de Níjar, Pitingo y Juan Carmona. De este último que quieren que les diga que ya no conozcan de su paso por Ketama. Hay una quinta en la que me incluyo que nos ha marcado para siempre. Sus canciones son parte de nuestra vida.

A Pitingo lo conocí hace un par de años en el cumpleaños de la magnífica Mariola Orellana. El relaciones públicas Richy Castellanos, que era el encargado de organizar la fiesta, juntó como siempre a un elenco de artistas de raza que es imposible conseguir para cualquier otro evento. Entre los invitados estaba: Los hermanos Carmona, Rosario Flores, Lolita, Marta Sánchez, María José Besora, Loles León, Oscar Jaenada, Pedja Mijatovich y un sin fin más de artistas de primera clase. Entre ellos había un chico joven, simpático y muy atractivo al que todo el mundo le pedía que cantase algo. No lo conocía y al preguntar quien era me dijeron es Pinito, escúchalo que va a ser la revelación del flamenco. Muy pocas veces me he quedado sin palabras al escuchar cantar a alguien. Canta bajito, canta con sentimiento, canta con el alma, canta... ¡canta bonito!

Pitingo nació en Huelva. Aprendió el cante en familia, ya que él pertenece a unas de las sagas de gran tradición en el mundo del cante. Jovencito se fue a Madrid, trabajando en el aeropuerto de Barajas, descargaba maletas cantando por bulerías y fandangos de su gran admirado Caracol. Así se ganaba la vida hasta que un familiar lo llevó a un lugar donde se reúnen las más grandes figuras del cante como Enrique Morente, Carmen Linares, Diego Carrasco y allí inició su carrera artística.

En 2006, grabó su primer disco que fue todo un descubrimiento y un éxito comercial, con una atractiva y original mezcla entre el flamenco , el soul y el r&b.

Por este motivo, entre los flamencos puristas, se le ha criticado pero claro si pensamos que también criticaron a los más grandes como Camarón y Enrique Morente, pues que esté tranquilo que tiene todas las garantías del éxito. Enrique Morente fue el primer flamenco en cantar con una orquesta Filarmónica en el Teatro Real y allí estaba yo con los pelos como escarpias invitado por el gran Alfredo Kraus, muy amigo del Morente. Lo recordaré toda mi vida.

Quién vaya a verlo esta noche saldrá encantado con esas versiones de canciones de los más grandes pero con ese aire flamenquito que quita el sentío. Pienso que después de escucharlo, el flamenco admite todo lo que sea cantado con el alma, el sentimiento y el respeto.

Les advierto: Si fumar perjudica seriamente la salud, oír a Pitingo puede ser adictivo. ¡Yo estoy enganchado!